lunes, 28 de diciembre de 2015

Un judío 'sin techo'

(Publicado en El Mundo el 24 de diciembre de 2015:)

Esta columna la va a escribir Pascal Bugis, alcalde de la villa francesa de Castres, de 41.000 habitantes, situada en la región de Midi-Pyrénées. El pueblo celebra anualmente las fiestas de Navidad con una exposición de belenes organizada por el Ayuntamiento, entre otros eventos. El año pasado recibió por estas fechas una petición por parte del presidente de la Federación del Libre Pensamiento del Tarn para que retirara la exposición al considerarla ilegal dada la condición laica del Estado francés. Ésta fue la respuesta de Bugis:

«El alcalde
Castres, 22 de diciembre de 2014
Señor,

En su cualidad de presidente de la Federación del Libre Pensamiento del Tarn, me pide que haga proceder a la remoción de la exposición de belenes de la plaza Jean-Jaurès, instalada para las fiestas de Navidad, en el ámbito del mercado de Navidad del año 2014, en la medida en que usted estima que, con esta instalación, he ignorado el principio del artículo 28 de la Ley de 9 de diciembre de 1905.

Le podría contestar que ese artículo prohíbe: 'levantar o colocar cualquier signo o emblemas religiosos en los monumentos públicos o en cualquier lugar público, a excepción de los edificios destinados al culto, de los terrenos para la sepultura en los cementerios, de los monumentos funerarios así como de los museos o exposiciones' y que en la medida en que usted mismo en su carta califica por siete veces al evento en cuestión de 'exposición', me permite pensar que (perdóneme la expresión) la messe est dite y que no hay más qué añadir.

Pero sería demasiado fácil esconderse detrás de argucias jurídicas y me atrevo a comunicarle algunas libres ideas de defensores de la libertad de pensamiento que recuerdan cuál es el significado del belén:

El belén es la Navidad y la Navidad es el belén. El belén es también la historia de una familia que por falta de derecho a la vivienda se ha refugiado en un establo. Es un signo de esperanza para todos los sin techo.

El belén es también un rey árabe y otro africano que vienen a visitar a un judío. Es un signo de esperanza y de paz en estos tiempos de choque de civilizaciones y de conflicto en el Oriente Próximo.

El belén son también los pastores gritando de alegría y cantando en una noche de diciembre. ¿Conoce usted a muchos pastores que se rían en este tiempo de crisis?

El belén es un buey, símbolo de la condición laboriosa del hombre. Por último, el belén es un burro, aunque un rumor dice que 'ese burro salió del belén en 2014 para unirse a la Federación del Libre Pensamiento del Tarn'.

En cuanto a mí, apenas me atrevo a decirle cuáles son mis pensamientos cuando constato a qué luchas se dedican valerosos ciudadanos, mientras que muchos de nuestros semejantes tendrían el derecho de esperar que vuestra sagacidad se pusiera al servicio de sus sufrimientos y esperanzas.

No puedo naturalmente desearle unas buenas fiestas de Navidad, por razones que no se le escaparán, ni animarle a celebrar las virtudes del nuevo año, ya que nuestro calendario se empeña en tomar como referencia un antes y un después de Cristo.

Le concedo a pesar de todo unos saludos ciudadanos,

Pascal Bugis»

Me ha llegado un ¿christma? En él se ve un abeto con bolas y este deseo: «Felices Días». Esta noche se celebra lo que se celebra. Se puede contemplar desde muchos puntos de vista. Lo absurdo es tratar de escamotearlo.

@vicentelozano


viernes, 18 de diciembre de 2015

Tras el 20-D...

Me gustaría pagar los impuestos justos para mantener el estado de Bienestar y unos servicios públicos adecuados y no para costear la ineficacia o la corrupción de algunos gobernantes. Hablo de los aeropuertos sin usar, de las autopistas de peaje que ahora hay que rescatar, de las ¿miles? de rotondas con sus correspondientes ¿miles? de monumentitos, de los cientos de miles de subvenciones a los amiguetes, de los sobrecostes de casi cualquier contrato público. Me refiero a los cientos de empresas públicas que nacen al amparo de ministerios, consejerías y ayuntamientos, que se nutren de personal mucho mejor pagados que los funcionarios -más gasto- y se perpetúan así en el tiempo. Hablo de las televisiones públicas sobredimensionadas que necesitan el doble de presupuesto que una privada para llegar a la mitad de lo que alcanzan éstas.

Me gustaría que lo que pago por los servicios básicos que uso habitualmente fuera sólo el coste real de esos servicios y que no se incrementara hasta el infinito porque los gobiernos mantienen esa cierta connivencia con las empresas suministradoras de esos servicios. Hablo de la factura eléctrica, en la que seguimos subvencionando la producción de carbón nacional o sufragando los costes de transición a la competencia de las empresas energéticas. Hablo del precio de la gasolina, atado por la falta de un mercado abierto de verdad, en el que el productor, el intermediario y el vendedor final es el mismo actor en muchas ocasiones. Y atado también porque los gobiernos necesitan exprimir con impuestos la venta de carburantes para pagar parte del gasto público, también el superfluo.

Me gustaría que los poderes públicos no se aliaran con los intereses de sectores que se niegan a innovar para entorpecer el desarrollo empresarial y, por tanto, social. Hablo de internet y del mundo asociado a las nuevas tecnologías en el transporte, en el turismo, en la banca, en el comercio, en la educación, en el entretenimiento, en los medios...

Me gustaría poder elegir para mis hijos una educación de calidad de acuerdo con mi visión de la sociedad, incluyendo el uso de la lengua. Hablo de evitar el adoctrinamiento, de terminar con el cambio de planes cada vez que un partido llega al Gobierno. Hablo de introducir competencia en la enseñanza obligatoria para estimular a todos los implicados, con el fin de que a los buenos les vaya mejor y los malos espabilen. Hablo de gestionar la universidad pública con criterios de mercado, recompensando a sus responsables cuando lo hacen bien. Entiendo por hacerlo bien formar a profesionales cualificados capaces de trabajar en cualquier parte del mundo y apoyar la innovación empresarial. ¿Nunca se han preguntado por qué no hay ninguna universidad española entre las cien primeras del mundo y, en cambio, nuestras escuelas de negocios se sitúan año tras año entre las veinte mejores del planeta?

Buena parte de esto se resume en una frase: que la política no meta las narices más allá de donde debe hacerlo. Que cree las condiciones legales para que nadie juegue con ventaja y para peroteger al ciudadano ante los abusos y, después, que deje hacer. No es fácil. Hagan la lista de los asuntos cotidianos en los que la política está metida hasta las cejas sin necesidad y verán. A tenor de la experiencia vivida en España con lo público -las cajas de ahorros son el mejor ejemplo- no entiendo a los supuestos regeneradores que aportan para ello la receta de más Estado, que en la práctica se traduce en más Gobierno. Para mí, ésa será la piedra de toque de la nueva política que dicen que llega tras el 20-D.

@vicentelozano

(Publicado el El Mundo el 17 de diciembre de 2015)

martes, 8 de diciembre de 2015

Ciudades sin coches y 'tren' a 1.200 km/h

Summit At Sea es el evento más importante que organiza cada año la organización Summit Series. Allí se dan cita protagonistas de la denominada economía digital, desde empresas consolidadas, hasta 'start ups', o emprendedores que de momento sólo tienen sueños y estudiantes universitarios. Su objetivo es debatir y proponer soluciones para la protección del medio ambiente, sobre todo en el mar. Se ha celebrado entre el 13 y 16 de noviembre en Miami, a bordo de un crucero anclado en el puerto, y han participado unas 2.000 personas.

Entre otras actividades, se programó una charla entre Eric Schmidt, presidente de Alphabet, y Travis Kalanick, consejero delegado de Uber, sobre el futuro del transporte en el mundo. Alphabet (Google) es una de las empresas que más ha avanzado en el desarrollo del coche que funciona sin conductor, y Uber es la demonizada aplicación que pone en contacto a través de un simple móvil a personas que tienen coche con quienes necesitan desplazarse.

Hablaron, entre otras cosas, de la eficiencia de los nuevos modelos de transporte. Kalanick dijo, por ejemplo, que un coche de Uber que esté todo el día en marcha puede llevar a treinta o cuarenta clientes, lo que significa que podría reducir en esos treinta o cuarenta automóviles la circulación en esa jornada. Si a esto se suma el del uso del coche autónomo, mucho más eficiente, el impacto en el medio ambiente puede ser impresionante. Cierto que Kalanick y Schmidt barren para casa, pero no describen un mundo imposible. Con sus trabas, Uber y otras aplicaciones similares ya funcionan con éxito en muchas poblaciones, y el automóvil autónomo también es una realidad..., incluso en España. La semana pasada un vehículo sin conductor de Peugeot Citroën recorrió los 599 kilómetros que separan Vigo de Madrid sin problemas. En marzo, un SUV de Delphi viajó sin conductor de San Francisco a Nueva York por vías abiertas al tráfico sin contratiempos. Fueron 4.600 kilómetros y, al finial, con sorna, el jefe de tecnología de Delphi aseguró que "el coche no se distrajo en ningún momento".
La generalización del coche compartido y del vehículo autónomo llegará porque es cuestión de costes y de oportunidad. Es posible que, entonces, a la mayoría de los ciudadanos no les interese tener un coche en propiedad al disponer de un medio mucho más barato e igual de cómodo. Algunos estudios prevén que en unas décadas se podrá reducir el parque automovilístico en las ciudades hasta en un 90%, lo que supondría una revolución en el urbanismo y en la calidad de vida. Y si tenemos en cuenta que el transporte supone alrededor del 25% de las emisiones de efecto invernadero, su repercusión no es ninguna tontería.

Elon Musk, fundador de Tesla, es el impulsor de Hyperloop. Un medio de transporte a caballo entre el ferrocarril y el avión que permitirá viajar por tierra a 1.200 kilómetros por hora, lo que supondría ir de Madrid a Barcelona en media hora. El sistema es un vagón similar al del Ave que circula por un tubo de baja presión anclado a la tierra con pilotes. Funciona con energías renovables. Sus impulsores dicen que su construcción y mantenimiento son un 80% más baratos que la alta velocidad convencional, por lo que podría reducir en esa proporción el precio de los billetes, siguiendo con el ejemplo, el viaje de ida y vuelta Madrid-Barcelona costaría 25 euros, frente a los 120 actuales. Hay ingenieros que piensan que no podrá hacerse, pero Hyperloop ya está en fase experimental.

Se están moviendo proyectos que antes o después harán un mundo mejor. No sé. Con la Cumbre de París al fondo, un poco de optimismo medioambiental no viene mal.

@vicentelozano

(Publicado en El Mundo el 3 de diciembre de 2015)

sábado, 28 de noviembre de 2015

"Ahora entendemos mejor a la prensa"

Para la mayor parte de los ciudadanos Google es sinónimo de vida más fácil. El buscador, los mapas, las aplicaciones, el sistema operativo Android que está en la inmensa mayoría de dispositivos móviles, Youtube..., entre otras, son herramientas de uso cotidiano a las que nos hemos acostumbrado. Pero Google, como otras grandes empresas estadounidenses de la economía digital, está también en el punto de mira de algunos gobiernos en Europa, de la Comisión y de compañías del continente. Los problemas de algunos países la confidencialidad de los datos, las quejas por el pago de impuestos o las denuncias por abuso de posición dominante en su negocio son contenciosos que saltan con frecuencia a la actualidad. Las leyes se aplicarán y los tribunales decidirán en su momento quién tiene razón. Pero Google se ha dado cuenta que,en Europa y en España, necesita explicar mejor su modelo de negocio y su visión sobre el futuro de la sociedad. «Desde hace un año somos conscientes de que es necesario hablar más con los legisladores y los reguladores», explica Javier Rodríguez Zapatero, director general de la compañía para España, Portugal y Turquía.

Pregunta.-¿Tiene la sensación de que hay animadversión desde Europa a los grandes gigantes norteamericanos de la economía digital? ¿No han entrado Google y otras empresas en el continente pisando demasiados callos?
Respuesta.- La sensación que tengo es que en estos 10 últimos años se está avanzando mucho en la economía digital, se está favoreciendo que surjan nuevos comportamientos, nuevos modelos de negocio, nuevos modelos sociales que en Europa todavía no marchan a la velocidad que deberían. Por eso, más que pensar en cómo poner puertas al campo, hay que pensar en Europa. Somos una región con potencial, con impacto en 500 millones de habitantes, y la pregunta es qué tenemos que hacer para coger el tren digital y estar preparados para el día de mañana. En definitiva, plantearse seriamente lo que se ha denominado la Agenda Digital Única. Esto no es un pulso entre EEUU y Europa. Esto no afecta solo a Microsoft o a Google, sino que todos juntos debemos buscar que este tránsito fluya más deprisa. Se trata de que esta sociedad esté preparada para entrar en un mundo de crecimiento y de futuro.

P.- Está claro que en la economía digital Europa marcha por detrás de Estados Unidos, ¿cómo se puede reducir esa distancia? 
R.-Se consigue con educación. Lo primero es fomentar las capacidades digitales. Hay que dar más importancia a la formación para que nuestra sociedad desarrolle habilidades digitales en el mundo de la programación, del marketing digital,del big data... Hay muchas áreas en las que hay un déficit en Europa. Cuando decimos que se van a necesitar 900.000 puestos de trabajo de en Europa de aquí al año 2020 en temas relacionados con las capacidades digitales hay que preguntarse qué hacemos para formar antes a la gente. Google se ha comprometido a formar a más de un millón de personas en Europa en los próximos tres años porque pensamos que Europa tiene mucho potencial y hay que ayudar a que ese ecosistema. Todo eso debería formar parte de la Agenda Digital Única, pero también tenemos que hablar de armonización. No nos desarrollaremos si, por ejemplo, tenemos más de 50 leyes de propiedad intelectual distintas y no en cada estado, sino dentro de los estados. Deberíamos tener las mismas leyes en propiedad intelectual, en comercio electrónico, en impuestos. Es imprescindible también una legislacion única para favorecer el emprendimiento y el trasvase de conocimiento a nivel europeo de forma que el capital pueda, por ejemplo, invertir en España sabiendo que va a tener repercusión en toda Europa. Al final, se trata de crear un entorno en el que cualquier iniciativa pueda tener impacto en un entorno de más de 300 millones de personas inmediatamente.

P.-¿Cómo están los contenciosos de Google con Bruselas, como la denuncia por abuso de posición dominante en las compras on line?
R.-No les llamaría contenciosos, sino situaciones que necesitan de más explicaciones por ambas partes. Es verdad que Google se ha dado cuenta desde hace un año que debe que estar más presente en Europa y nosotros tratamos de explicar nuestro punto de vista. Por ejemplo, si hablamos de competencia o de posición dominante hay que saber que en el mundo digital, afortunadamente, hay cada vez más competencia, más inversión y cada vez más capacidad para desarrollar nuevos servicios. En nuestro caso, hace quince años el buscador era muy importante; hoy sólo es una parte de otras muchas cosas. Pero esto hay que explicarlo y estamos dedicando tiempo y esfuerzo a hablar con las autoridades europea sobre el funcionamiento de la economía digital. Internet ha traído la democratización de la información y mucha más libertad para los ciudadanos. Poner cortapisas a un entorno que desarrolla la libertad de información, proporcionando ventajas económicas y reduciendo las barreras de entrada no es el camino. El camino es encontrar la vía para desarrollarlo mejor.

P.-¿Estas explicaciones afectan también al tema de los impuestos?
R.-Es la misma situación. El debate en este tema se centra en el valor que generan las compañías allí donde están. En Google, acabamos de sacar un estudio en España que da algunas cifras del valor que aportamos. Por ejemplo, desde las empresas que utilizan la plataforma publicitaria Adwords generan unaactividad económica anual de 7.000 millones de euros de forma directa. ¿Qué impuestos pagan estas compañías? Los que legalmente tienen que pagar según la normativa internacional que está acordada entre todos los Estados. Google paga los impuestos, los que la legislación de cada país le obliga a pagar. Pero la decisión de cómo debe ser esa legislación fiscal no es nuestra, sino de los políticos y ellos tienen que hacer un esfuerzo por arnonizarla. Hoy por hoy, la legislación fiscal internacional está basada en los beneficios. Sin embargo, hay un componente importante de costes de todas las multinacionales relacionados con dónde se genera la mayor parte de la propiedad intelectual. En nuestro caso es en Estados Unidos donde se está generando el gran motor se innovación y es por tanto allí donde la legislación establece que hay que pagar gran parte de los impuestos. Llevamos mucho tiempo dando nuestra opinión a la OCDE o al G-20 para que se busquen vías aceptables para todos.

P.-¿Cómo puede afectar al negocio de Google la decisión de eliminar a EEUU como puerto seguro para la transferencias de datos personales de ciudadanos europeos?
R.-Es pronto para saberlo. Nuestra intención es ayudar a que EEUU y Europa entiendan qué significa esta prohibición, que es novedosa. Hasta ahora se permitía a empresas europeas y americanas trasladar los datos de un sitio a otro al considerar que recíprocamente eran un puerto seguro, pero eso parece que se acaba. Afectará más o menos al negocio en función de la solución que se determine, pero todavía es pronto para evaluarlo. 

P.-¿En unos días se cumple un año del cierre de Google News en España ¿Se abrirá de nuevo este servicio?
R.-En este momento no hemos tomado ninguna decisión al respecto. Si las circunstancias siguen así lo mantendremos como está, pero confiamos en que las cosas puedan cambiar.

P.-Pero el Gobierno no aprobó el reglamento que desarrolla la Ley de Propiedad Intelectual y se ve una cierta marcha atrás por parte de algunos editores respecto a lo que se ha denominado tasa Google o canon AEDE...
R.-El cierre de Google News fue un momento muy poco agradable para mí. Desde Google pensamos que la prensa juega un papel fundamental en el desarrollo de una sociedad, pero, a la vez, debe ser consciente de tiene que saber adaptarse al futuro digital que se le presenta. La verdad es que desde Google nos hemos dado cuenta de que no siempre hemos sido todo lo eficientes que podíamos para conocer a la prensa y hemos dado un giro desde hace un año en tratar de entender mucho mejor sus necesidades. A partir de ahí, tratamos de ayudar para que los medios tengan también un papel clave en la economía digital. Hemos creado Digital News Iniciative, que permitirá trabajar al unísono en el desarrollo de productos para la prensa. También hemos lanzado en Europa un fondo para innovación de 150 millones de euros, destinado a iniciativas concretas que presenten los medios. Al final, se trata de que Google ayude a la prensa a encontrar su sitio en la economía digital..-

P-¿Eso no es comprar a la prensa?
R.-¡Todo lo contrario! Es escuchar a la prensa. Es aportar medios para todos aquellos que quieran evolucionar, reeducarse en competencias digitales y que las redacciones entiendan cómo transmitir y distribuir sus noticias en este entorno. Google no va a aportar la solución al futuro de la prensa. Tiene que ser la propia prensa quien lo encuentre, pero sí podemos ayudar a que se acelere esa búsqueda.

P.-¿Por qué se decidió abrir el tercer campus de emprendimiento de Europa en Madrid? ¿Qué aporta España en materia de emprendimiento?
R.-España aporta mucho y deberíamos decirlo más. Dedicamos mucho tiempo y energía a decir lo que no funciona. El emprendimiento en España funciona y la crisis ha traído derivaciones positivas, como que mucha gente que, por ejemplo, antes pensaba en ser funcionario ahora quiera emprender. Las universidades están sacando mucho talento en ingeniería... Google toma una decisión estratégica de apostar en España como país en el que se puede hacer emprendimiento. Estoy muy sorprendido del inicio de Campus Google. Lleva cuatro meses en marcha se han suscrito ya 10.000 socios. Estamos ayudando a crear un ecosistema en el que los emprendedores se hablan entre ellos. Damos cada día entre dos y tres programas de formación y de compartición de conocimiento que hace que este ecosistema, como me gusta llamarlo, se retroalimente.

P.-¿Esto significa que España no está tan retrasada en digitalización?
R.-Estamos viviendo un punto de inflexión en cuanto al emprendimiento. Empieza a aparecer capital y el año pasado se contabilizaron más de 500 millones en fondos para inversión en nuevas tecnologías. Es el dato más alto de la historia. Todavía estamos por debajo de Inglaterra o Alemania o Francia, pero por encima del resto. La clave es mejorar en nuestro modelo educativo. En un mundo como el digital que se mueve tan deprisa no nos da tiempo a reaccionar para que cambien los sistemas académicos reglados. Todos tenemos que ser mucho más rápidos para transmitir esas capacidades digitales que demanda la nueva economía. En España hemos invertido cinco millones de euros en el programa Actívate, enfocado a jóvenes desempleados, y en un año y medio son más de 300.000 los programas en los que se han registrado los jóvenes españoles. En este momento hay más de 90.000 personas haciendo cursos de marketing digital, programación,big data..., algo de lo que hay un déficit espectacular tanto en el mundo de la empresa como en el del emprendimiento. Hay que conseguir que las universidades se suban a este carro y que se implique más la iniciativa privada y que el legislador entienda su urgencia.

P.-¿El principal problema del emprendimiento es la financiación?
R.-Financiación potencial hay, pero es cierto que los capitales internacionales se fijan más en países como Estados Unidos o Brasil por economías de escala. En el momento en el que seamos capaces de dotar a Europa de una agenda digital única el capital va a venir más fácilmente. También hay que buscar el desarrollo de ecosistemas que junten a emprendedores y al inversor. Y, a la vez, que las universidades sean capaces preparar mejor a los estudiantes para emprender. Pero la clave es, repito, lograr una agenda digital única europea.

P.-¿Qué es Google en España?
R.- Queremos tener un papel importante como motor de crecimiento económico. Al final vemos que somos capaces de canalizar inversión y empleo a través de nuestras plataformas. El informe de Deloitte que acabamos de presentar trata de cuantificar esa aportación. Por ejemplo, cada empresa que invierte un euro en Adwords genera entre 3,4 y 8 euros de facturación. Esto supone unos 7.000 millones de euros de actividad económica directa y unos 130.000 empleos. El informe destaca otros aspectos que van más allá de nuestro negocio puro. Hay más de 350.000 usuarios de Google Apps (correo, calendario...), herramientas que incrementan la eficiencia en las empresas y producen un aumento de la productividad d unos 100 millones de euros. Además, esta la labor de ayuda a los generadores de contenido, como Youtube, una ayuda que genera unos 330 millones de euros para los creadores. Estamos para ayudar a la sociedad española a que se desarrollle más rápidamente, a que sea más competitiva y mejor preparada para el futuro.


(Publicado en el sumplemento Mercados de El Mundo el 22 de noviembre de 2015. Foto de Ángel Navarrete)

sábado, 14 de noviembre de 2015

Las listas electorales

En estos momentos hay unas pocas personas en España -no más de dos o tres por partido político- a quienes se les puede calificar como las más poderosas del país: los encargados de confeccionar las listas electorales de cada una de las formaciones. Porque de esas listas salen los grupos políticos que aprueban las leyes en el Congreso y en el Senado. Unas leyes que, en mayor o menor medida, modifican comportamientos individuales y sociales.

Por eso, el proceso de elección de una persona u otra en una lista es una decisión trascendente en democracia. Para que nos entendamos: el martes pasado publicábamos en este periódico que ningún parlamentario del PP que se ha manifestado en este tiempo a favor de la reforma de la ley del aborto de Alberto Ruiz-Gallardón va a repetir en las candidaturas populares: ya se intuye, pues, que en la próxima legislatura el Grupo Popular no tiene intención de menear más este espinoso asunto.

Así funciona nuestro sistema electoral. Incluso a veces, es el jefe -y su camarilla- el que coloca a quien considera oportuno por encima de los órganos del partido, que se limitan a dar el visto bueno después. Tenemos casos en las últimas semanas. Uno es la irrupción de Irene Lozano como 'número cuatro' del PSOE por Madrid, aupada por Pedro Sánchez. Otro más reciente: Cristóbal Montoro está en la lista de la capital del PP porque lo quiere Mariano Rajoy y a pesar de Esperanza Aguirre. Hemos visto a ministros que han recorrido la mitad de la geografía nacional hasta dar con un paradero aceptable -para él y para el partido- aunque al final hayan conseguido, iba a decir la prebenda, del número uno en una circunscripción casi desconocida para ellos. Y los partidos jóvenes van aprendiendo esta costumbre de sus mayores. Ahí está la dimisión en bloque de la dirección de Podemos en el País Vasco como protesta por los colocados en las candidaturas desde el aparato central del partido.

Éste es el modelo que nos hemos dado en España desde 1978. Quizá porque por entonces era necesario fortalecer unos partidos políticos, neonatos unos, hibernados durante décadas otros, para que fueran desde el primer momento pilares firmes de la democracia naciente. Pero ahora esos partidos -sus cúpulas- acumulan demasiado poder, en detrimento en la práctica de la soberanía popular.

Eso no es bueno para la democracia. El caso de Ángel Gabilondo en las últimas elecciones autonómicas es muy significativo de lo pernicioso que resulta este modelo. Gabilondo fue un buen ministro de Educación -estuvo a punto de lograr ese ansiado pacto por la enseñanza, por ejemplo-, pero llegó a la candidatura a la Presidencia de la Comunidad de Madrid por el PSOE impuesto por Pedro Sánchez tras desembarazarse de Tomás Gómez, el candidato natural del partido. El PSOE perdió esas elecciones. Se ha quedado sin el gobierno de Madrid y casi sin ejercer la oposición, porque Gabilondo, que debe de ser un magnífico profesor y, como digo, no lo hizo mal como ministro, no reúne las cualidades del líder que necesita morder a quien está en el poder para hacer oír la voz de su partido. Ahora el PSOE apenas suena en Madrid y eso es malo porque la Comunidad necesita una oposición fuerte.

La primera de las 40 propuestas para la regeneración democrática que ha lanzado EL MUNDO de cara al 20-D es una reforma del sistema electoral. Es fundamental lograr que los parlamentarios tengan que rendir cuentas ante sus electores. Porque ahora usted elige al diputado que alguien ha incluido en una candidatura, pero ese diputado no se debe a quien lo elige, sino a quien lo incluye en la lista.

@vicentelozano

(Publicado en El Mundo el 12 de noviembre de 2015)

viernes, 6 de noviembre de 2015

¿Vale Candy Crush 5.300 millones?

El dueño de 'Call of Duty' ha comprado 'Candy Crush' por 5.300 millones de euros. Nos acostumbramos a las cifras, pero si tomamos algunas referencias nos podemos hacer una idea de lo que supone la operación. Al fin y al cabo, 'Candy Crush', que pertenecía hasta ahora a la compañía británica King, no es más que una aplicación que podemos bajar gratis a nuestro móvil -pagaremos después según el uso- para jugar siempre que queramos. Nada más... y nada menos.

Alguna comparación de empresas españolas. Bankinter, un banco asentado y rentable, con más de 400 oficinas en todo el territorio y 6.000 empleados, vale en Bolsa 5.900 millones de euros. O la cadena de supermercados Día, con una red superior a los 7.000 establecimientos y con 44..000 empleados en el mundo, tiene una valoración en el mercado de 4.088 millones de euros.

Se acaba de cumplir un año desde que Facebook se hiciera con WhatsApp, quizá la aplicación más exitosa hasta el momento, por un importe total de 19.800 millones de euros. Instagram, Supercell, Zynga... son otras aplicaciones que se han vendido a precios millonarios en los últimos meses.

Son cifras mareantes que recuerdan la etapa de denominada "burbuja tecnológica" de principios de siglo, la de Terra, la filial de internet de Telefónica que llegó a valer 39.000 millones de euros en 2000 y nada cinco años después, o la de Patagon, un sitio de finanzas personales argentino que el Banco Santander compró por casi 600 millones de euros en marzo de 2000 y que desapareció también cinco años después. ¿Es otra burbuja o, esta vez sí, el mundo ha empezado a cambiar y eso se nota en todos los negocios que lleven el calificativo de digital?

Muy pocos son capaces de predecir una burbuja hasta que ésta se pincha. Sobrados ejemplos tenemos en el mundo en los últimos decenios. Pero, al margen de los precios de las operaciones en un momento determinado, lo que se denomina economía digital ya no es una entelequia y da dinero a quien sabe desarrollar todas sus posibilidades.

El profesor del IESE Miguel Ángel Ariño recuerda en el último número de la revista de la escuela de negocios que la mitad de las empresas que en el año 2000 integraban la clasificación 'Fortune 500', que integra las 500 mayores empresas del mundo por ventas, han desaparecido de la lista: han quebrado, se han fusionado, se han vendido o han perdido posiciones en el 'ranking'. Apple es el paradigma. Se acaba de convertir en la empresa que mayores beneficios ha obtenido en un sólo año en toda la historia empresarial y es la compañía con más valor en Bolsa, récords que hasta ahora estaban en manos de las petroleras.

Tres son los factores que consolidan el mercado digital, además -claro- del desarrollo de las telecomunicaciones. El primero es que internet se ha llenado de   Desde los juegos a la publicidad, pasando por la reserva de hoteles o la compra diaria. El segundo es el desarrollo del uso del teléfono móvil en todo el mundo y en todas las capas de la sociedad. El tercero, que la suma del móvil y los contenidos ofrece a las empresas de internet un enorme flujo de información y de conocimiento de sus clientes, algo clave en la exploración de nuevos productos y servicios.

¿Vale, pues, 'Candy Crush' esos 5.300 millones de euros? Otra pregunta nos puede ayudar a responder ésta: ¿cuánto valdría una cadena de televisión que contara con 160 millones de telespectadores casi cautivos cada día en todo el mundo? Ése es el número de personas que juegan a los caramelos.

jueves, 29 de octubre de 2015

No aprenden

Este periódico organizó el pasado 8 de octubre una jornada sobre la Universidad en la que participaron los cuatro principales partidos y todos estuvieron de acuerdo en la necesidad de un pacto nacional para sacar a España de la postración en el ámbito educativo, ya sea en la enseñanza superior como en la básica obligatoria. A las primeras de cambio, el PSOE vuelve a la carga con uno de los temas que más divide a las fuerzas políticas y que, desde luego, no es ni con mucho el principal problema de nuestro modelo educativo: sacar la religión de las escuelas y convertirla en una actividad extracurricular más, no sólo en la escuela pública, sino en la privada. En definitiva, si llegan al poder, los socialistas pretenden que maristas, jesuitas, salesianos y salesianas, agustinos, reparadoras, teresianas... no enseñen religión en sus aulas, sino que la tengan como una actividad similar al fútbol, al patinaje, a la guitarra o a la danza. Tal cual.

(Abro paréntesis. Soy partidario de que la enseñanza pública incluya la asignatura de religión -no de catequesis, que es para las parroquias- siempre que las familias así lo decidan. A día de hoy es la mejor forma de cumplir el artículo 27.3 de la Constitución. Cuando casi un 60% de los padres -practicantes, creyentes, agnósticos y ateos- piden cada año la asignatura de religión para sus hijos en Primaria parece que hay más consenso social en mantenerla dentro de los planes de enseñanza, junto a otra de valores cívicos, o como se llame, para quienes no deseen estudiar religión. Una característica de la libertad es la capacidad para elegir, y se es menos libre si se niega esa posibilidad, que es lo que propone el PSOE. Claro que quien confunda estado aconfesional con estado laico no pensará igual. Cierro paréntesis).

Pero no es esto lo que quería comentar. Lo preocupante es que cuando más se habla de la necesidad de una nueva forma de hacer política, de «la política con mayúsculas», que decía ayer Meritxell Batet en la Cope, los políticos, incluso los casi recién llegados como Pedro Sánchez y su equipo, continúen con los viejos vicios: el tradicional tirarse la educación a la cabeza, ese hacer hincapié en lo que separa mucho más que en lo que une. La religión es un ejemplo, pero -en otro nivel de importancia- podemos incluir la ocurrencia del PP de incluir en Formación Profesional una asignatura sobre Tauromaquia, con lecciones del tenor de «la aplicabilidad del axioma en la suerte fundamental de la verónica», dentro de los contenidos de «Lidia y Liturgia Taurina». Asignatura tan digna como otras, pero que parece ideada directamente para cabrear a buena parte de la izquierda política y al entorno nacionalista.

Es desalentador que cuando se acerca una legislatura en la que van a ser más necesarios que nunca los consensos para gobernar, los políticos vuelvan a empecinarse en lo que más separa a los partidos. Cuando la educación necesita más que nunca acuerdos duraderos para sentar las bases que nos permitan acercarnos aún más a los países de nuestro entorno, hay quien continúa aferrado a la vieja política

Eso ha conseguido una vez más el PSOE: colocar algo secundario en el foco de la reforma del sistema educativo. Un nuevo modelo de enseñanza tiene que resolver el fracaso escolar en las primeras etapas, incrementar la exigencia a los alumnos, fomentar la formación del profesorado y su autoridad, regular la autonomía de los centros educativos, adecuar la Formación profesional al mundo laboral... Pero de todo eso no se habla, como comprobamos estos días. Porque es lo difícil. ¿Ven? Empezaremos la próxima legislatura como estamos acabando ésta y todas las anteriores. No aprenden.

@vicentelozano

(Publicado en El Mundo el 22 de octubre de 2015)

domingo, 4 de octubre de 2015

Ni hay libros gratis ni el AVE cuesta 20 euros

Desde ayer, y por unas semanas, el recién inaugurado trayecto del AVE entre Madrid y León cuesta 20 euros. Desde hoy, los jóvenes de la Comunidad de Madrid -y los ya talluditos, porque la oferta llega hasta los 26 años- pueden usar cuantas veces quieran el transporte público también por 20 euros al mes. Y este curso escolar que acaba de empezar, familias de algunas comunidades autónomas -cada vez menos, es verdad- como Andalucía han conseguido gratis los libros de texto de los estudiantes de enseñanza obligatoria. Pues todo esto es falso. Ni el AVE ni el abono joven cuestan 20 euros, ni los libros de texto son gratuitos.

Porque el Consorcio de Transportes de Madrid recibe unos 900 millones de euros al año del presupuesto de la Comunidad de Madrid para hacer frente al déficit que le causan esas ayudas; porque ese tramo de alta velocidad ha costado 1.620 millones de euros y si no estuviera subvencionado por el Estado, esa inversión no estaría costeada hasta que, por ejemplo, cada uno de los 420.000 habitantes de Valladolid y León hubiera realizado el trayecto en 3.700 ocasiones. Eso, sin incluir los trenes y el mantenimiento de la infraestructura. Y si los libros de texto fueran gratis, sencillamente, ya no habría editoriales para elaborarlos. Nada es gratis, pues, como concluye uno de los principios básicos de la economía.

Las ayudas y subvenciones las pagamos todos los... iba a decir españoles, pero no, todos los contribuyentes españoles, que no es lo mismo. Me dirán que es lo lógico en cualquier Estado con una economía social de mercado, como el nuestro. Que precisamente para esto existen los impuestos, para repartir las cargas. Cada ciudadano contribuye según su capacidad y con ese dinero salimos ganando todos a través de los servicios que proporciona el Estado -infraestructuras, sanidad, educación,...-. En unas ocasiones ese reparto es beneficioso para los que menos tienen, cuando se exigen unos requisitos para acceder a las ayudas, como en el caso de los libros. En otras, ese beneficio es para todos, pero mayor para los ricos: el abono joven cuesta igual para un estudiante sin recursos que para el hijo del consejero delegado de una gran empresa.

Al final, esas subvenciones provienen de las opciones para financiar un servicio público: que lo pague quien lo usa y le sale muy caro, o que lo sufraguemos entre todos, de forma que sale mucho más barato al usuario directo -el billete del AVE es asumible para el leonés que viaja a Valladolid-, pero continúa siendo caro para quien no lo utiliza, porque el gaditano que nunca va a ir en tren a Valladolid también costea esa infraestructura subvencionada.

Es conveniente detenerse en estas cuestiones, sobre todo en vísperas de una campaña electoral. Porque si un Gobierno no gestiona bien los recursos públicos podemos hacernos trampas en el solitario. Es decir, ¿de qué sirve que un Gobierno autonómico pague a una familia los 300 euros que cuestan los libros de texto si por la corrupción o por el despilfarro en el gasto público esos 300 euros van incluidos en unos impuestos que deberían ser más bajos?

Sería de idiotas que el dinero que se ahorra un padre o una madre al pagar sólo 20 euros por el abono del transporte de su hijo se destinara a sufragar la deuda que han dejado la Caja Mágica de Madrid o la Ciudad de la Cultura de Santiago al contribuir con más impuestos de los debidos por la ineficiencia de la Administración. Y, en el peor de los casos, se dedicara a pagar las facturas de Urdangarin o las mariscadas de UGT en Andalucía. De idiotas. Por eso es muy importante para nuestros bolsillos la regeneración de la política.

(Publicado en El Mundo el 1 de octubre de 2015)


jueves, 27 de agosto de 2015

Informarse por @Twitter


He hecho un experimento. Durante casi una semana no he leído periódicos, ni he visto telediarios ni he oído noticias en la radio; ni siquiera he entrado en las ediciones digitales de los diarios por su página de inicio. Sólo me he informado por @Twitter, y a través de los enlaces de Twitter, a las noticias a las que éstos remitían. Repito que es un experimento. No hagan ustedes lo mismo que muchos tenemos hijos que criar. A lo que iba. Creo que no he tenido ninguna gran laguna en mis necesidades de información porque con los contactos adecuados en las redes se puede estar perfectamente al día... o al minuto.

Durante los días clave de la crisis griega, a principios de julio, muchos seguíamos los acontecimientos con los comentarios en Twitter de los corresponsales. En mi caso, los de Pablo R. Suanzes y Miquel Roig, corresponsales de EL MUNDO y de 'Expansión' en Bruselas, que han dado lecciones de lo que es el periodismo en la era digital. La noche del 12 de julio, la de la reunión que terminó mientras amanecía, y viendo la apabullante información que llegaba, envié esto a través de Twitter: "Crisis de modelo. Los tuits gratuitos de @miquelroig, @Suanzes,... 'antes' se empaquetaban y se cobraban al día siguiente como crónicas". El tuit generó un cierto debate en esa red entre algunos interesados en esto del periodismo: ¿debemos dejar de informar los periodistas y los medios a través de Twitter, Facebook, Instagram y demás? ¿Hay que guardarse lo mejor para la web? ¿Y dónde queda ya la edición impresa? Las preguntas son fáciles, pero las respuestas muy complicadas, máxime cuando de ellas depende la supervivencia de muchas empresas tal y como hoy las conocemos.

Lo malo es que los ciudadanos están muy lejos de plantearse estas cuestiones. Sólo quieren que les llegue la información allí donde ellos están. Y ahora están en los móviles y en las redes sociales. Los 25 mayores periódicos anglosajones ya reciben más tráfico en sus webs desde dispositivos móviles que desde ordenadores. Y ya no hace falta ir a la página web de un medio para conocer la actualidad, sino que se puede llegar directamente a la noticia desde una red o un buscador. Por eso Facebook ha creado Instant Articles y Apple, Apple News, productos en los que algunos de los principales periódicos incluyen directamente sus informaciones. Y por eso Twitter prepara algo con un planteamiento similar, un 'trending news'. Son caminos que tenemos para salir al encuentro del lector y algunas respuestas a esas preguntas fáciles de hacer.

@vicentelozano

(Publicado en El Mundo el 17 de agosto de 2015)

martes, 23 de junio de 2015

Lean las redes

Probablemente algo importante cambió en España cuando el periodista, bloguero y publicitario Pablo Herreros consiguió, en una iniciativa personal y con una campaña al margen de los medios tradicionales, retirar de la parrilla de Telecinco uno de los buques insignia de la cadena, La Noria. Fue en octubre de 2011. El programa emitió una entrevista pagada a la madre de El Cuco, uno de los presuntos asesinos de Marta del Castillo. Herreros lo consideró indecente y pidió en su blog a las marcas anunciantes que retiraran su publicidad de ese programa porque en caso contrario «promoveríamos un boicot a sus productos». La adhesión social fue de tal calibre -170.000 peticiones a través de la plataforma Change.org, por ejemplo- que las marcas se asustaron y fueron retirando sus productos de ese programa... hasta que se quedó sin patrocinadores y tuvo que cerrar. Herreros ganó. Algo importante cambió, repito, y quizá no nos dimos cuenta: un simple bloguero humilló a la primera televisión de España... con la ayuda de las redes sociales.

Rubén Doblas, ElRubius, es un noruego-español de 25 años que tiene 12 millones de seguidores de sus vídeos en su canal de Youtube, creado a principios de 2012. Si tenemos en cuenta que la prórroga de la final del Mundial de fútbol de Sudáfrica entre España y Holanda -¿qué más se puede pedir en televisión?- congregó a 15,6 millones de telespectadores es fácil concluir la inmensa potencia que puede tener una red social entre los ciudadanos. Y no hace falta ni estructura empresarial ni apoyo oficial. Basta con un móvil e ingenio.

Todo ese caldo social ha llegado a la política y se ha notado en las dos últimas convocatorias electorales. Los programas del «martilleo sobre la corrupción» que cita Rajoy no suman cuatro millones de espectadores cada fin de semana. En España ya hay 14 millones de usuarios de redes sociales de entre 18 y 55 años -el 82% de quienes utilizan internet- que entran al menos cinco días cada semana y están en ellas una media de 2 horas y 51 minutos semanales. Las redes sociales son ya mucho más que cualquier comentario desgraciado que te puede fastidiar una carrera profesional. Suponen la nueva forma que tienen los ciudadanos de comunicarse entre sí y también con los políticos, al margen de lo que hasta ahora se consideraban cauces establecidos. Por eso, alguien del PP debería rastrear las reacciones que han provocado en las redes las primeras declaraciones de los nuevos nombramientos de Rajoy para enderezar el rumbo del partido. A lo mejor se da una idea de lo que espera a los populares en un futuro próximo.

@vicentelozano

(Publicado en El Mundo el 23 de junio de 2015)

sábado, 20 de junio de 2015

No hay crisis en el periodismo



España no es Estados Unidos. Ni falta que hace. Pero ahora que se han puesto de moda los espejos puede ser bueno fijarse en algunos aspectos de aquel país para intentar hacer lo mismo. Uno de ellos es el respeto institucional por los medios de comunicación. Cuando en 2009 la crisis económica profundizaba en la herida que la televisión e internet habían abierto en los grandes conglomerados de prensa escrita y amenazaba su supervivencia, desde el Senado de los Estados Unidos partió una iniciativa para estudiar qué futuro esperaba a los diarios en ese país.

El Subcomité de Comunicaciones, Tecnología e Internet convocó una sesión el 9 de mayo de ese año, presidida por el hoy secretario de Estado, John Kerry, para analizar el estado de una cuestión que preocupaba sobremanera ¡a los políticos! Porque esos políticos eran conscientes de que la democracia norteamericana no podía permitirse el lujo de perder ese contrapoder que siempre ha sido la prensa escrita. En aquella sesión participaron de forma presencial o mediante respuestas escritas a preguntas de los senadores, la fundadora de The Huffington Post, Arianna Huffington, la entonces ejecutiva de Google, Marissa Mayer, el presidente de la New America Foundation y antes director ejecutivo de The Washington Post, Steve Coll, y otros ejecutivos y periodistas de diarios nacionales y locales. De la misma salió un documento, denominado The Future of Journalism, que merece la pena leer aunque haya quedado algo desfasado.

Igual que aquí. Ni el Congreso de los Diputados ni, por supuesto, el Gobierno han movido un dedo para, al menos, enterarse de qué pasa con la prensa escrita en nuestro país y analizar sus problemas. Al contrario, los políticos han aprovechado la debilidad financiera de las empresas informativas para influir -haciendo lo que fuera necesario- en las líneas editoriales de los diarios. No es el motivo principal de estas líneas volver a relatar los hechos que hemos vivido en los últimos años y que han llevado a muchos a declarar que el periodismo vive una crisis sin igual.

Pero nada más lejos de la realidad. No es aventurado decir que en estos momentos se hace mejor periodismo que nunca -si por buen periodismo entendemos esa crítica natural al poder establecido- o, como mínimo, de una calidad similar al de siempre. ¿Alguien duda a estas alturas de lo que ha supuesto la televisión -los programas informativos- en el ascenso social de Podemos y de Ciudadanos? ¿Se han dado una vuelta por la página de Especiales de EL MUNDO.es y han visitado el que se realizó con motivo del 50 Aniversario de la muerte de John F. Kennedy o el del centenario de la I Guerra Mundial para enterarse de lo que es periodismo de calidad? ¿Han navegado por los impresionantes reportajes de investigación audiovisuales de The Guardian o del New York Times? ¿No seguimos con interés las apasionantes crónicas -de interés humano, se decía antes- de los corresponsales y enviados especiales en Siria, Irak, Afganistán o Nigeria, se difundan éstas por papel, internet, radio o televisión?

En esta etapa de penurias económicas, el periodismo ha sacado a la luz la mayor trama de espionaje de la historia organizada por el Gobierno más poderoso del mundo. En nuestro país, el periodismo  -EL MUNDO en este caso- ha desenmascarado al mayor estafador de la política desde la reinstauración de la democracia, Jordi Pujol, y ha desalojado del cargo con sus investigaciones a varios presidentes autonómicos. En definitiva, no seamos cainitas, se hace tan buen periodismo-y tan malo- como en cualquier otra etapa histórica.

El periodismo no está en crisis. Lo que está en crisis es el modelo de negocio tradicional de la prensa escrita. Únicamente. Quizá desde la propia profesión caemos en el lógico error de pensar que la pérdida de influencia de los periódicos tradicionales va a suponer el fin del periodismo, pero nada más lejos de la realidad. El querido ex director de este diario, Casimiro García-Abadillo, suele decir que los diarios impresos "siguen marcando la agenda política de este país". Tiene razón, pero a continuación hay que preguntarse si continúan señalando la agenda social, entendida como los asuntos que interesan a la sociedad y no a la clase política. ¿Qué más da ya un editorial elogioso para el Gobierno en un diario que pone en los quioscos 100.000 ejemplares al día si millones de ciudadanos se informan al margen de ese periódico -páginas webs y redes sociales, además de la televisión y la radio-, lo que nunca había ocurrido en la historia?

En su error de diagnóstico, el presidente del Gobierno achacaba estos días al "martilleo" de las televisiones con la corrupción su batacazo en las elecciones municipales y autonómicas. Como si Rajoy hubiera caído en la cuenta ahora de que se les olvidó ese pequeño detalle para domeñar a la opinión pública.

La pregunta, pues, es: ¿tienen futuro las empresas editoras de periódicos? Tal y como las conocemos ahora, casi seguro que no. Acaba de celebrarse en Washington D.C. el Congreso de Editores que organiza todos los años la Asociación Mundial Editores (Wan-IFRA) que se inició con esta pregunta: "¿Habrá periódicos impresos en 2040?" y con esta respuesta "Nadie lo sabe". Lo que está claro es que si existen, las ediciones impresas de entonces no tendrán nada que ver con las actuales.

Son excepciones las empresas tradicionales que han sacado tajada en esta etapa de transición a lo digital -Pearson, con el diario económico Financial Times es una de ellas-, pero en medio del desconcierto hay una línea en la que todo el mundo está de acuerdo: hay que seguir a la audiencia
-"las personas antes conocidas como audiencia", en genial frase del profesor de la Universidad de Nueva York Jay Rosen- allá donde vaya. Se lo decía Alan Rusbridger, ex director de The Guardian, a Carlos Fresneda: "Nuestra misión es adaptarnos a la audiencia. Lo que tenemos que hacer es ir donde están los ciudadanos y aprender con ellos, ver cómo crean, cómo comparten, distribuyen o incorporan contenidos. De alguna manera tenemos que ser como los comerciantes que salen al encuentro de lo que la gente demanda".

Es muy significativo que en las últimas semanas, editores y las grandes compañías de internet -que tienen miles de millones de clientes- como Google y Facebook, se hayan acercado para explorar un futuro en común. Google ha firmado un acuerdo con importantes empresas informativas europeas para ayudarles con recursos y tecnología en su transición digital. Y mucho más significativa es la alianza comercial de Facebook con grandes medios anglosajones, entre ellos The New York Times, para incluir directamente sus noticias -deconstruyendo su página web- en la red social, accediendo así a un quiosco digital de 1.400 millones de personas. Quizá sea un camino para empezar a recorrer.

En definitiva, se trata de ofrecer a la audiencia los mismos contenidos de calidad de siempre, las mismas exclusivas y las mismas investigaciones pero en los nuevos formatos y, a la vez, aprovechar las ventajas que proporcionan las nuevas tecnologías para sacar el máximo partido comercial a esa audiencia. En el congreso de Wan-IFRA se presentó un informe sobre el uso del móvil que, entre otros datos, decía que ocho de cada diez usuarios de teléfonos inteligentes miran su dispositivo antes de los diez minutos tras despertarse. ¿Tenemos algún producto informativo de calidad que ofrecerles para ese momento?

@vicentelozano

(Publicado en El Mundo el 7 de junio de 2015)

miércoles, 3 de junio de 2015

Un consejo de Rudsbridger: "Salir a por los lectores"

Alan Rusbridger ya no es el director de The Guardian, tras veinte años al frente del periódico. Con motivo del relevo, ha concedido una entrevistaCarlos Fresneda, corresponsal de El Mundo en el Reino Unido, en la que aporta unas interesantes consideraciones sobre el presente y el futuro de la prensa..
La conversación me ha producido sentimientos contradictorios. El primero es de puro egoísmo: ni siquiera un gran periodista, un magnífico director y un intelectual como él sabe por donde hay que navegar en estos momentos para averiguar por dónde transcurrirá el futuro de los periódicos. Es decir, nadie nos puede echar nada en caras que tampoco nosotros demos con la tecla. Triste consuelo, sí.

El segundo sentimiento es de preocupación: ¿tiene futuro esto si alguien de la experiencia de Rusbridger -y otros como él, no hay más que repasar el estado de la prensa en el mundo desarrollado- no sabe que será de esta industria en unos años?

Pero las respuestas de Rusbridger, aunque no proporcionan el tratamientopara curar la enfermedad, al menos, sí resumen el diagnóstico de la situacion por la que está pasando ahora la prensa escrita. Aquí las frases que considero más relevantes.

· "Si sabemos interpretar por dónde van los tiros, y si intentamosincorporarnos a las tendencias, en vez de combatirlas, entonces es un gran privilegio estar donde estamos"...

Y a continuación apunta la gran tendencia de ahora: ·

· "Si más del 40% del tráfico en internet te llega por el móvil, y la gente entra hasta más de 10 veces al día, lo último que puedes hacer es lamentarte. Nuestra misión es adaptarnos a la audiencia".

Por eso...,

· "El texto es primordial, pero también hay otras formas: se puede contar en vídeo, o 'en vivo', o usando las redes sociales...".

Y, por tanto...,

·"Lo que tenemos que hacer es ir donde está la audiencia y aprender con ellos, ver cómo crean, comparten, distribuyen o incorporan contenidos. De alguna manera tenemos que ser como los comerciantes que salen al encuentro de lo que la gente demanda"...

Escribía algo parecido el domingo 24 de mayo: (Facebook... y otras empresas informativas) al intentar explicar que se ha terminado ya la etapa de dejar los contenidos de un periódico en un quiosco y esperar a que el lector se acerque y pague por ellos.

Y una clave

· "Lo que necesitamos son empresarios que destinen el tiempo y las inversiones a descubrir lo que realmente es este nuevo medio".

Aunque también hay que reconocer que, como el propio Rusbridger señala en la entrevista, en The Guardian "tenemos la suerte de apoyarnos en el Scott Trust y no tener que rendir resultados a unos accionistas". The Guardian ha sido un chorro de perder dinero en estos años y es muy posible que si hubiera pertenecido a una sociedad anónima en lugar de a una especie de fundación,, el ya ex director no hubiera aguantado los veinte años que ha estado en el cargo. Con todo, sus consejos valen.

En definitiva, el periodismo -su concepto- no está en crisis. Al menos no vive una marejada peor que la de etapas pasadas. La crisis se concentra en un modelo concreto de negocio periodístico que se acaba: la prensa escrita. Es muy distinto. Es decir: el problema no es de los contenidos, sino la forma de distribuirlos

Twitter: vicentelozano

(Publicado en elmundo.es el 1 de junio de 2015)

domingo, 24 de mayo de 2015

Facebook... y otras empresas informativas


Tiene mucho sentido la alianza anunciada el pasado 6 de mayo entre Facebook y algunos de los principales medios de mundo -New York Times, Guardian, BBC, NBC, Bild, Der Spiegel...- para incluir sus informaciones directamente en la red social. Por cierto, conviene destacar que es el segundo acuerdo que se firma en pocas semanas entre uno de los Gafa -Google, Apple, Facebook y Amazon- y la industria tradicional de medios, tras la Digital News Initiative entre el buscador de buscadores y los principales periódicos europeos. Los que parecían enemigos acérrimos empiezan a entenderse y eso es bueno para todos.

                                                                                      Mashable
El acuerdo estima que el medio se quedará con el 100% de los ingresos publicitarios que genere la noticia si la ha gestionado él, mientras que éstos se repartirán entre Facebook (30%) y la empresa (70%) si cede el espacio para que lo gestione la red social. Pero tiene mucho más calado que un mero pacto comercial.

Los diarios que lo han firmado rompen su página web, disgregando las noticias. Es decir, el editor no sólo acepta que la home ya no sea la única puerta de entrada a su web, sino que lanza sus noticias al gran público sin exigirle que las lea en su página. La web, pues, empieza a no ser fundamental para captar la atención de los lectores y, por tanto, de los publicitarios. Y eso es clave para la evolución del negocio de las editoras. Los 25 grandes diarios norteamericanos en internet tienen ya más tráfico en sus webs a través de los dispositivos móviles -teléfonos y tabletas- que desde los ordenadores personales, según comScore. Y los estadounidenses pasan ya de media alrededor de una hora al día en las redes sociales en sus móviles -y más tiempo cuanto más jóvenes-, con Facebook a la cabeza entre todas ellas, según la consultora Coven & Co. En definitiva, los periódicos no hacen más que seguir a la audiencia. "Si no lo hacemos así seremos irrelevantes", decía Declan Moore, responsable de medios de National Geographic, una de las compañías que ha firmado con Facebook.

Es cierto que en este terreno Estados Unidos -es decir, la iniciativa de los lectores norteamericanos y la respuesta que les ofrecen las organizaciones- va por delante de Europa y de España, pero también es verdad que la globalización reduce las distancias tecnológicas. En nuestro país ya empezamos a vivir el declive del tráfico directo de las webs -y la home es ahora el soporte clave de la publicidad on line- y las empresas periodísticas deben buscar soluciones. El lanzamiento de aplicaciones para móviles será una de ellas, como lo pueden ser acuerdos similares al de Facebook.

Desde luego, los periodistas deberán habituarse a una nueva forma de trabajar que va más allá de lo que se llamó en su momento "integración de las redacciones". Pero, a la postre, el trabajo del informador será el mismo que ha sido siempre: sacar a la luz lo que el poder no quiere que se sepa y explicar a los ciudadanos lo que está ocurriendo en su entorno. Sólo cambia la forma de empaquetarlo y distribuirlo. En román paladino, lo que antes era un texto único al día con una ilustración, ahora se enriquece con actualizaciones, vídeos, audios, enlaces... Y la experiencia demuestra -no hay más que darse un paseo por las webs de los distintos medios- que la inmensa mayoría de los periodistas han sabido adaptarse con éxito al nuevo entorno.

Lo que se necesita es un nuevo modelo de negocio y para ello es fundamental que el back office de las empresas informativas acometa un cambio como el que se está produciendo en las redacciones. Hay que encontrar una nueva forma de vender la publicidad, de gestionar la información que se tiene de los lectores, de desarrollar la actividad comercial,... porque los contenidos ya no se venden sólo colocándolos en un quiosco para que el lector acuda a comprarlos.

(Publicado en El Mundo el 24 de mayo de 2015)
Twitter: @vicentelozano

domingo, 3 de mayo de 2015

¿Qué fue de los sindicatos?


Probablemente éste haya sido el Primero de Mayo sindical más triste de los últimos años porque los sindicatos han perdido buena parte de la influencia social que han tenido en España desde la reinstauración de la democracia. Hoy, bajo el lema "Así no salimos de la crisis", UGT y CCOO han convocado manifestaciones en 80 localidades españolas, pero sus voces se van a oír menos que nunca. ¿Qué ha ocurrido para que en el momento de más precariedad laboral, con el desempleo todavía desbocado, con un paro juvenil en el 50%, los sindicatos pinten menos que nunca en el panorama económico nacional?

Hay factores, digamos, endógenos, que se refieren a su propio funcionamiento. Los escándalos de UGT en los cursos de formación y en los ERE han terminado por minar su credibilidad y ha arrastrado a la otra gran central, CCOO .

Las informaciones destapadas por este periódico sobre el despilfarro ugetista de dinero público para los parados en Andalucía -cenas con gambas y rebujitos, o regalos de bolsos de marca pirateados, incluidos-, que han tenido ramificaciones en otras federaciones como la extremeña, la madrileña o la balear, han llevado la imagen sindical a mínimos históricos, que dirían los analistas. Tampoco ha ayudado la aparición de destacados dirigentes de los dos sindicatos en procesos penales un tanto vergonzosos como el caso de las tarjetas black de la antigua Caja Madrid. Y, en estos tiempos en los que se exige claridad en las cuentas públicas y en las organizaciones, las centrales tampoco han sido un adalid de la transparencia.

Pero también hay otras razones externas que explican esta caída de la influencia de los sindicatos. España es de los países de la OCDE con menos afiliación sindical, que nunca ha superado el 15,9% de los trabajadores. En 2014, por ejemplo, UGT y CCOO decían que contaban entre ambos con dos millones de afiliados. Sobre una población activa de 22,8 millones de personas, supone apenas un 8,7% del total. Es posible que el fuerte aumento del paro haya provocado una salida masiva de afiliados, pero en ningún caso el nivel de representación se corresponde con el inmenso poder que han tenido UGT y CCOO en la política española.

¿De dónde viene, pues, esa tremenda influencia? Básicamente, de un sistema de negociación colectiva en el que los sindicatos han llevado la voz cantante. El modelo en cascada, que otorgaba más peso al convenio nacional o general que a los acuerdos que alcanzaran los comités en cada empresa, dejaba en manos de las cúpulas sindicales -más alejadas como de la realidad concreta de cada compañía- decisiones clave para la vida empresarial como las subidas salariales, la remuneración de la productividad o la flexibilidad de la jornada laboral. A esto se añade la ultraactividad de los convenios, que es la aplicación automática de un convenio vencido o denunciado más allá de la vigencia prevista en los acuerdos, lo que podía prolongar sine die unas condiciones laborales pactadas dos o tres años antes pero a lo mejor ya no válidas cuando había que negociar uno nuevo.

La reforma laboral de 2012 decretada por el PP terminó con este modelo al primar los convenios de empresa sobre cualquier otro, con lo que se facilitó el denominado descuelgue; es decir, la posibilidad de no aplicar en una compañía las condiciones pactadas en el convenio colectivo sectorial o territorial aduciendo simplemente causas económicas. Además, la reforma de Báñez rebajó considerablemente la ultraactividad de los convenios, al reducir a un año la renovación automática de las condiciones pactadas. Probablemente estos dos cambios son mucho más determinantes para el mercado laboral que el abaratamiento del despido o los nuevos tipos de contratos. Y el objetivo de esas dos medidas ha sido restar poder a los sindicatos. Se entiende así que una de las medidas clave de las propuestas laborales de Pedro Sánchez es devolver a la negociación colectiva el poder que le ha quitado el PP.

A las consecuencias de la reforma laboral se unirá la pérdida del control sindical -y también empresarial- de los fondos de formación, que como se ha comprobado en los últimos años, ha nutrido de forma fraudulenta las cuentas de las centrales sindicales. Sin la negociación colectiva y sin fondos de la formación los sindicatos no son lo que fueron.

Twitter: @vicentelozano

(Publicado en El Mundo el 1 de mayo de 2015. La foto es de El Norte de Castilla)

miércoles, 8 de abril de 2015

Un poquito de vértigo en los mercados

Los mercados de valores prolongan sus subidas en un entorno económico que todavía no está consolidado. Las bolsas europeas llevan avances superiores al 20% desde que empezó el año... en plena incertidumbre sobre el impago de la deuda de Grecia. Hay analistas que ahora conceden hasta un 60% de probabilidad a que los helenos tengan que abandonar el euro.

El Ibex gana un 15% desde comienzos del año y hay compañías que registran valoraciones históricamente altas. Santander ha superado los 100.000 millones de euros de capitalización e Inditex le sigue con 95.000 millones. Entre los dos valen tanto como el 20% del PIB español.

El buen momento bursátil, que en definitiva es lo mismo que decir que hay dinero dispuesto a comprar, hace que grandes compañías preparen la salida a bolsa de sus filiales para conseguir liquidez, como en los mejores tiempos de la burbuja ¿se acuerdan de Terra, Telefónica Móviles y demás....?

Y, a la vez en sectores de crecimiento y con empresas todavía infravaloradas en el mercado se producen operaciones corporativas de calado. Las compra de BG por Shell por importe de 65.000 millones de euros y la de TNT por Fedex por 4.000 millones de dólares son los últimos ejemplos.

Pero quizá, lo que puede poner más nervioso, al menos a mí me lo parece, es que el Tesoro español esté financiándose ya a tipos negativos. Es decir, que los inversores estén dispuestos a pagar por comprar deuda española. Un país que, sí, va a crecer por encima de la media, pero sigue teniendo un volumen de deuda pública disparada, el déficit sin controlar adecuadamente, con un paro que supera con mucho los cuatro millones de desempleados y con reformas estructurales pendientes.

Y, a todo esto, el FMI advierte que la etapa de crecimiento que viene no será no con mucho tan próspera como la previa a la crisis, entre otras razones porque las condiciones de financiación serán mucho más duras. Hay liquidez en los mercados. El BCE ha contribuido mucho a ello. Pero...

(Publicado en elmundo.es el 8 de abril de 2015)

miércoles, 1 de abril de 2015

El valor de la información


Leí esto en Twitter. Siento no poder decir quién es el autor porque la observación es interesante: "Uber es la mayor compañía de taxis y no tiene ningún taxi. Facebook es la mayor empresa de contenidos y no produce ningún contenido. Alibaba es el mayor vendedor del mundo y no fabrica un solo producto y Airbnb tiene el mayor número de apartamentos del mundo y ninguno de ellos en propiedad".

Lo retuiteé con el comentario: "¿Y cómo hacen negocio, entonces?". Mi amigo Wojciech Golecki respondió enseguida: "El negocio está en la información". Información en dos sentidos. Primero, para poner en contacto a los proveedores de productos y servicios con los consumidores. Después, lo radicalmente distinto de lo que todo lo que había hasta ahora: información para decir a esos proveedores qué es lo que exactamente quiere o necesita cada una de las personas que están en una aplicación, una red social o una web de comercio electrónico.

El futuro pasa por parecerse a estas nuevas formas de negocio. Desde luego, El Corte Inglés o Zara habrían tardado más en entrar en el comercio electrónico sin la presión de Amazon. Ni existirían aplicaciones como MyTaxi si no hubiera aparecido Uber.

La banca ya lo entiende así. Ana Botín y Francisco González han declarado que sus grandes rivales a medio plazo son Google o Facebook. Porque es distinto hacer un envío masivo de cartas al lanzar un crédito para la compra de un automóvil que dirigir información personalizada a cada cliente, del que sabes: cuándo compró el último coche, qué modelo adquirió, cómo lo usa, quién lo conduce, dónde vive, su estado civil, cuántos hijos tiene... además de conocer su capacidad adquisitiva. Facebook, por ejemplo, puede disponer de esa información.

¿Y la prensa? Posiblemente, su modelo de negocio deberá tender a parecerse al de Google o al de Facebook. Ellos no viven de dar información, sino de explotar los datos que les proporciona disponer de esa información. En otras palabras, la noticia -el contenido informativo- podría ser para la empresa editora como el vehículo para Uber o el muro para Facebook: el medio para conectar con la gente.

Cuanto mejor sea esa noticia -más contrastada, más exclusiva-, más lectores, de pago o no, atraerá a su web. Se trata, pues, de hacer el mismo periodismo de siempre, pero venderlo como las nuevas tecnologías nos permiten hacerlo. Por eso, ahora, el cambio más importante en una editora de medios impresos no está en las redacciones.

(Publicado en el El Mundo el 1 de abril de 2015)

@vicentelozano

sábado, 21 de febrero de 2015

Preguntas a Ciudadanos


El cambio de modelo del mercado de trabajo que propone Ciudadanos es radical. Lo que explicaron el miércoles Luis Garicano, Manuel Conthe y Albert Rivera no es una reforma más, sino una nueva forma de contemplar las relaciones laborales en España, con iniciativas que han dado resultado en otros países, pero que aquí no se han experimentado. Por eso, para analizar esas iniciativas son necesarias previamente algunas respuestas.

1. Ciudadanos plantea un "seguro contra el despido mediante las aportaciones empresariales a una cuenta individual de cada trabajador de un 1% de su salario", a modo de lo que se ha denominado mochila austríaca, aunque no sea exactamente lo mismo. ¿Se trata de una nueva cotización empresarial? ¿Si es así, no puede convertirse en una nueva traba a la contratación? ¿El importe ahorrado se suma a la pensión pública?

2. Ciudadanos propone el contrato único para reducir la "precariedad laboral". Desde luego, es la mejor aportación para eliminar la dualidad que existe en el mercado laboral español entre los trabajadores indefinidos y los temporales, que hace que en las crisis siempre sufran mucho más éstos últimos. Pero, en la práctica, el contrato único hace temporales a todos los trabajadores. Si parte de la precariedad laboral se debe a los contratos de cortísima duración, ¿por qué el contrato único va a dar más estabilidad a los trabajadores en una economía, como la española, con sectores de por sí muy temporales y con una altísima rotación laboral, como el turismo, la hostelería y la construcción?

3. Ciudadanos quiere una bonificación a las empresas que despidan menos. También esto merece una explicación pormenorizada ¿Cuáles serán los criterios para conceder esa bonificación? ¿En función de los sectores, por tamaño, por situación financiera de la sociedad?

4. Ciudadanos incluye en sus propuestas un Complemento Salarial Anual Garantizado (CSAG) para completar la renta de los trabajadores con sueldos más bajos y empleos más precarios. Se trata de una especie de crédito fiscal, que tiene una ventaja: sólo lo cobrará quién esté trabajando, por lo que difiere mucho del renta básica universal, que utópicamente han propuesto algunos movimientos de izquierda. Desde luego esta iniciativa tiene mucho más sentido. Ciudadanos considera que supondrá unos 10.000 millones de euros al año. Ciudadanos dice que no supondrá más gasto público porque con el incremento del empleo se reducirá la partida destinada al subsidio de paro. Si las prestaciones por desempleo suman unos 25.000 millones de euros al año, para conseguir que no incremente el gasto habrá que reducir esa partida nada menos que a 15.000 millones. ¿Se va a sufragar mientras incrementando el déficit?

5. En cuanto al novedoso -en España- modelo de formación de los parados, que deja en manos del trabajador la responsabilidad de su recapacitación profesional mediante un cheque para pagar cursos y tutorías ¿Cómo asegurarse que el parado va a aprovechar esos recursos para formarse si la experiencia demuestra que el modelo actual no ha funcionado y apenas se conocen denuncias de quienes se consideran estafados por ese sistema?

Volvemos al principio. La apuesta de Ciudadanos es arriesgada y tan novedosa que hacer un pronóstico sobre su viabilidad es una aventura. Pero se agradece este aire fresco. Y la última pregunta, ¿alguien puede decir si el sistema propuesto es liberal o socialdemócrata?
@vicentelozano
(Publicado en @elmundo_orbyt el 19 de febrero de 2015. La fotografía es de Javier Barbancho.)

viernes, 23 de enero de 2015

Si Syriza lo hace bien...




Syriza y Podemos tienen muchas diferencias, aunque no lo parezca Alexis Tsipras dirige una coalición de partidos de izquierda constituidos previamente a su integración. Está en el Parlamento griego desde 2004 y en las elecciones de junio 2012 se consolidó como la segunda fuerza política del país, con el 26,9% de los votos y 71 diputados. Podemos sólo tiene de bagaje los cinco eurodiputados que logró en las elecciones europeas de 2015. El partido proviene de un movimiento asambleario, con líderes sólidos en la cúpula nacional, sí, pero muy líquidos en las bases:nadie sabe el control real que ejerce el aparato de Pablo Iglesias sobre los círculos. Syriza es una realidad; Podemos, una posibilidad.

Pero tanto a Syriza como a Podemos les interesa mirarse en el espejo del otro. Los griegos, porque su país es muy pequeño en el contexto del euro y puede presentar a sus electores a un hermano con posibilidades electorales en un grande de la UE. Podemos, para hacer ver en España que su plan de gobierno se puede llevar a la práctica sin que se hunda el mundo. El tiempo juega a favor de los españoles

Ésa es la cuestión. ¿Podrá un Gobierno de Syriza sacar a los griegos del estado de postración al que los ha sometido el rescate? Necesitará la ayuda de la troika, pero no es ninguna 'boutade' pensar que puede ser así.

A nadie le interesa que Grecia salga del euro. Ni a los helenos, porque a las consecuencias económicas habría que añadir las políticas, al quedarse pegado a Turquía sin el cobijo político europeo. Ni a Angela Merkel y al resto de la UE: cuando la recuperación empieza a encarrilarse, es demasiado riesgo abrir el melón de la fractura de la moneda única. Si no hay un vuelco de última hora, Tsipras podrá gobernar solo o con ayuda de otra formación. y en ese contexto hay que situar el panorama postelectoral en Grecia.

Así, lo razonable es un acuerdo entre el nuevo Gobierno y la UE. La situación financiera de Grecia ha cambiado sustancialmente en los últimos meses y un dato importantísimo es que el país ha alcanzado superavit primario en sus cuentas -ingresos públicos por encima de los gastos, descontando el pago los intereses de la deuda-. Hay que recordar que un pacto de 2012 entre el Eurogrupo y los helenos establecía una relajación de las condiciones del rescate cuando se alcanzase ese objetivo.

Es decir, la Troika y el nuevo Gobierno tienen un cierto margen para negociar una ampliación de de los plazos de pago de la deuda y una nueva reducción de los intereses. Hay analistas que dicen que un acuerdo de relajación de condiciones en el que no aparezca la palabra quita sería asumible por el Ejecutivo heleno y por los europeos, encabezados por el alemán. Esto permitiría a Syriza aplicar parte de su programa económico, no muy distinto por cierto-como el de Podemos- al que presentó el PSOE en las elecciones en 2011.«Somos un partido de izquierda radical, pero nuestras propuestas son razonables», decía el miércoles en este periódico Yanis Varoufakis, ministro de Economía en la sombra de Syriza.

¿Hasta que punto puede repercutir todo esto en España? Desde luego, este acuerdo Syriza-troika sería un experimento que se puede hacer en un país rescatado y que apenas supone un 2% del PIB de la UE. Unas condiciones muy distintas a las de España, que ni está intervenido y es la cuarta economía del euro. Pero sería muy interesante ver cómo va cambiando la cara de buena parte de los políticos españoles al ver que, según se acercan las elecciones generales, las recetas de Syriza van surtiendo efecto... con el beneplácito de la Troika.

@vicentelozano

viernes, 16 de enero de 2015

Yo no soy Charlie Hebdo


Me gustó esto de The New York Times, escrito por David Brooks, que publicó El País tras los atentados de París:

A los periodistas de Charlie Hebdo se les aclama ahora justamente como mártires de la libertad de expresión, pero seamos francos: si hubiesen intentado publicar su periódico satírico en cualquier campus universitario estadounidense durante las dos últimas décadas, no habría durado ni treinta segundos. Los grupos de estudiantes y docentes los habrían acusado de incitación al odio. La Administración les habría retirado toda financiación y habría ordenado su cierre.

La reacción pública al atentado en París ha puesto de manifiesto que hay mucha gente que se apresura a idolatrar a quienes arremeten contra las opiniones de los terroristas islámicos en Francia, pero que es mucho menos tolerante con quienes arremeten contra sus propias opiniones en su país.

Fíjense si no en todas las personas que han reaccionado de manera exagerada a las microagresiones en los campus. La Universidad de Illinois despidió a un catedrático que explicaba la postura de la Iglesia católica respecto a la homosexualidad. La Universidad de Kansas expulsó a un catedrático por arremeter en Twitter contra la Asociación Nacional del Rifle. La Universidad de Vanderbilt retiró el reconocimiento a un grupo cristiano que insistía en que estuviese dirigida por cristianos.

Puede que los estadounidenses alaben a Charlie Hebdo por ser lo bastante valiente como para publicar viñetas que ridiculizaban al profeta Mahoma, pero cuando Ayaan Hirsi Ali es invitada al campus, suele haber peticiones de que se prohíban sus intervenciones.

Así que esta podría ser una ocasión para aprender algo. Ahora que nos sentimos tan apenados por la masacre de esos escritores y directores de periódico en París, es un buen momento para adoptar una postura menos hipócrita hacia nuestras propias figuras controvertidas, provocadoras y satíricas.
Supongo que lo primero que hay que decir es que, independientemente de lo que uno haya publicado en su página de Facebook este viernes, es inexacto que la mayoría de nosotros afirmemos “Je suis Charlie Hebdo” o “Yo soy Charlie Hebdo”. La mayoría de nosotros no practicamos de verdad esa clase de humor deliberadamente ofensivo en la que está especializada ese periódico.

Puede que hayamos empezado así. Cuando uno tiene 13 años, parece atrevido y provocador épater la bourgeoisie [escandalizar a la burguesía], meterle el dedo en el ojo a la autoridad, ridiculizar las creencias religiosas de otros. Pero, al cabo de un tiempo, nos parece pueril. La mayoría de nosotros pasamos a adoptar puntos de vista más complejos sobre la realidad y más comprensivos con los demás. (La ridiculización se vuelve menos divertida a medida que uno empieza a ser más consciente de su propia y frecuente ridiculez). La mayoría tratamos de mostrar un mínimo de respeto hacia las personas con credos y fes diferentes. Intentamos entablar conversaciones escuchando en vez de insultando. Pero, al mismo tiempo, la mayoría de nosotros sabemos que los provocadores y otras figuras estrafalarias cumplen una función pública útil. Los humoristas y los caricaturistas exponen nuestras debilidades y vanidad cuando nos sentimos orgullosos. Minan el autobombo de los triunfadores. Reducen la desigualdad social al bajar a los poderosos de su pedestal. Cuando son eficaces, nos ayudan a enfrentarnos a nuestras flaquezas en grupo, ya que la risa es una de las experiencias cohesivas por antonomasia.

Es más, los expertos en provocación y ridiculización ponen de relieve la estupidez de los fundamentalistas. Los fundamentalistas son gente que se lo toma todo al pie de la letra. Son incapaces de adoptar puntos de vista diversos. Son incapaces de ver que, aunque su religión pueda ser digna de la más profunda veneración, también es cierto que la mayoría de las religiones son un tanto extrañas. Los humoristas señalan a quienes son incapaces de reírse de sí mismos y nos enseñan a los demás que probablemente deberíamos hacerlo también. En resumen, al pensar en quienes provocan y ofenden, deseamos mantener unas normas de civismo y respeto y, al mismo tiempo, dejar espacio a esos tipos creativos y desafiantes que no tienen las inhibiciones de los buenos modales y el buen gusto.

Cuando se intenta combinar este delicado equilibrio con las leyes, las normas sobre el discurso y los ponentes vetados, se acaba teniendo una censura pura y dura y unas conversaciones acalladas. Casi siempre es un error tratar de silenciar el discurso, fijar normas sobre él y cancelar las invitaciones de los ponentes.

Por suerte, los modales sociales son más maleables y flexibles que las normas. La mayoría de las sociedades han logrado mantener ciertas reglas de civismo y respeto a la vez que han dejado la vía abierta a quienes son divertidos, descorteses y ofensivos.

En la mayoría de las sociedades, los adultos y los niños comen en mesas separadas. La gente que lee Le Monde o las publicaciones institucionales se sienta a la mesa de los adultos. Los bufones, los excéntricos y las personas como Ann Coulter y Bill Maher están en la mesa de los niños. No se los considera del todo respetables, pero se los escucha porque, con su estilo de misil descontrolado, a veces dicen cosas necesarias que nadie más dice.

Las sociedades sanas, en otras palabras, no silencian el discurso, pero conceden un estatus diferente a los distintos tipos de personas. A los eruditos sabios y considerados se los escucha con gran respeto. A los humoristas se los escucha con un semirrespeto desconcertado. A los racistas y a los antisemitas se los escucha a través de un filtro de oprobio y falta de respeto. La gente que desea ser escuchada con atención tiene que ganárselo mediante su conducta.

La masacre de Charlie Hebdo debería ser una oportunidad para poner fin a las normas sobre el discurso. Y debería recordarnos que, desde el punto de vista legal, tenemos que ser tolerantes con las voces ofensivas, aunque seamos selectivos desde el punto de vista social.

Traducción de News Clips. © The New York Times.