domingo, 22 de diciembre de 2019

Tics autoritarios en el Gobierno con el periodismo

Es cierto que la prensa -y el periodismo- no pasa por su mejor momento. Es cierto que hay una crisis de lectores y de publicidad que desestabilizan las cuentas de las empresas periodísticas y provocan una cierta precariedad en el ejercicio de la profesión. Es cierto que internet y sus nuevos canales de comunicación perjudican al oficio periodístico al colocar casi al mismo nivel a piratas pagados que a profesionales que intentan ejercer su profesión con ese sentido ético que da saber que estás sirviendo a la sociedad como depositario del ejercicio de un derecho fundamental -no se rían, los hay-.
Pero esos no son motivos suficiente para que desde el poder se nos fustigue, como si no tuviéramos derecho a nada. Ya lo hacen con fruición los ciudadanos desde las redes sociales cada vez que nos equivocamos, o creen que nos hemos equivocado, aunque no nos hayamos equivocado.
Porque fustigarnos es lo que hizo el secretario de Estado de Comunicación, el periodista Miguel Ángel Oliver, en su intervención en la jornada sobre ética y periodismo organizada por KPMG la semana pasada. Fue una bronquilla más que un discurso. Nos llamó -bueno, en principio solo a los colegas que siguen al presidente- “tertulianos” y me quedó la duda si el desprecio para éstos o para los periodistas. Pero, sobre todo, se quejó de que los periodistas quisieran hacer más de dos preguntas por intervención al presidente del Gobierno, algo que Oliver tomó con una provocación: “¿Alguien puede imaginar esas intervenciones sin un límite, como una sucesión interminable de cuestiones?”. Entre dos y una “sucesión interminable” de preguntas hay un justo medio que es lo que pedían los compañeros.
Lo grave es que el tema de las preguntas no es más que el síntoma de una forma de ver el periodismo muy peligrosa: la de creer que está al servicio del poder. Por eso me chocó más que Oliver se asombrara, como dijo, de que los periodistas nos estuviéramos “convirtiendo en fiscales que reconvenimos a los políticos”. (Reconvenir (DRAE: reprender a alguien por lo que ha hecho o dicho) ¡Si eso es precisamente lo que debemos hacer!, sobre todo si esos políticos son los que mandan. Como supongo que Oliver haría cuando ejercía el oficio. Como esa decisión de prohibir que los informadores gráficos hicieran fotografías de la reunión entre el PSOE y Bildu para que a los ciudadanos sólo llegaran las que quisiera el partido -caras de funeral de Simancas y Lastra incluidas-. Son tics autoritarios, no lo llamen de otra forma.