martes, 16 de febrero de 2010

Todos contra Google, pero Google sigue cabalgando


Jill Hazelbaker, directora de comunicación de Google.

Hace unas semanas Google -iba a escribir el buscador Google, pero ya es mucho más que eso- anunció el fichaje de un nuevo responsable de relaciones públicas y comunicación. Y eligió a Jill Hazelbaker, una joven y experta 'comunicóloga' que había sido directora de comunicación y mano derecha del senador John McCain durante la campaña de las elecciones presidenciales de 2008.

Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Google, sabía perfectamente lo que hacía con este nombramiento. Google necesita ahora alguien profundamente conocedor de lo que se denomina en el argot 'public affairs' -asuntos públicos-. Es decir, capaz de dirigir y controlar las relaciones con los gobiernos, con los partidos políticos, con las administraciones públicas... Porque ahí está el principal riesgo del gigante de internet: las trabas que le pueden poner las autoridades para desarrollar su negocio. Hazelbaker no ha trabajado directamente en temas relacionados con Internet o las telecomunicaciones hasta ahora, pero sabe moverse muy bien en los despachos oficiales.

A Google no le preocupa la competencia -avanza varios años por delante de ella-, ni, por ejemplo, tener que pagar por los contenidos que coloca en su buscador -sería relativamente fácil llegar a un acuerdo con los editores-. Google teme que los gobiernos se sumen a la guerra que determinadas empresas han iniciado contra él y, que a base de legislación 'ad hoc', traten de poner piedras en su camino.

El último ejemplo lo tenemos en España. Ayer, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, reconocía que se puede analizar la propuesta lanzada por el presidente de Telefónica, César Alierta, de cobrar a los buscadores por el uso de las redes. Al margen de China, países europeos como Francia y Alemania, por ejemplo, también ha entrado en conflicto con Google por cuestiones similares.

Curiosamente, esos conflictos apenas existen con la Administración norteamericana, que incluso ha visto con buenos ojos la intención del buscador de crear su propia red de comunicaciones, mucho màs rápida además que las actuales de las operadoras tradicionales. Éstas, lógicamente, van a luchar a brazo partido para defender su territorio.

Google ha puesto Internet al alcance de todos. Ha creado un nuevo modelo de negocio y seguirá expandiéndose como quiera. Pero sería una lástima que por el anquilosamiento de unos o el miedo a futuro de otros se frenara el crecimiento de algo que, en mi opinión, traspasa ya el mero negocio y ha inaugurado una nueva forma de trabajar y, en algunos aspectos, de vivir.

Aquí se vuelve a hacer realidad esa sentencia universal del Quijote: "Ladran, Sancho, luego cabalgamos". Pues dejen que Google siga cabalgando, lo agradeceremos todos.

jueves, 11 de febrero de 2010

Dinero árabe en Hollywood ¿un peligro?

22:08 08-02-2010


Saadi Gaddafi, uno de los hijos del líder libio Muammar el-Gaddafi, va a producir una película en Hollywood a través de su empresa Natural Selection. Se llamará 'El Experimento' y es un 'remake' de un clásico del cine alemán. Se suma así a otras iniciativas similares de países árabes, como Abu Dhabi, que han entrado en el negocio cinematográfico estadounidense. Los grandes estudios de Hollywood necesitan dinero para sobrevivir y se acepta venga de donde venga.

Pero en Estados Unidos han surgido muchas dudas sobre la incursión de inversores árabes -aunque sean los 'buenos' y por lo tanto bendecidos por la cultura occidental- en la industria del cine, por la influencia que tienen las películas de éxito en la cultura de los países donde triunfan. Hay muchos ejemplos del calado de las películas.

Desde el fomento del consumo de tabaco en los años cuarenta y cincuenta -¿quién no ha tenido ganas de encender un cigarrillo la primera vez que Bogart hace lo propio en 'Casablanca' o en 'El halcón maltés'?- hasta el cambio de comportamiento que provocaron en la juventud 'Saturday Night Fever' o 'Grease', pasando por las historias muy críticas sobre la guerra de Vietnam de los setenta y ochenta -'Apocalipsis Now', 'Platoon', 'La colina de la hamburguesa' o 'Nacido el 4 de julio'-, que plasmaron la realidad de una guerra hasta entonces idolatrada.

No hay más que ver cómo trató durante buena parte del siglo XX el género cinematográfico 'western' el exterminio de las tribus autóctonas indias de finales del XIX -'Centauros del desierto', 'Murieron con las botas puestas...'- y cómo han visto ese episodio histórico millones de ciudadanos occidentales durante años.

Por eso hay quien se opone la invasión árabe en Hollywwod. Quien pone el dinero pone la influencia y de unos estudios dominados hasta hace poco por el dinero judío se puede pasar a la realización de películas con guiones o temática que se podrían considerar, como mínimo, en la órbita de la Alianza de Civilizaciones.

En sí mismo, esto no es ni bueno ni malo. Pero sí me hace pensar si la cultura occidental imperante puede empezar a perder su hegemonía en el mundo. Por lo pronto, Europa ya lo está sintiendo en su influencia en la economía global.