miércoles, 24 de junio de 2020

Sánchez habla de una tasa "contra" las grandes empresas tecnológicas


Se le ha escapado -o no- al presidente del Gobierno esta mañana, en la sesión de control al Gobierno. Respondía a Pablo Casado que el PP no ha apoyado al Ejecutivo durante la pandemia y le animaba a aprobar "la tasa digital contra las grandes corporaciones tecnológicas". Es la primera vez que oigo a un presidente reconocer que un impuesto va contra algo. ¿Se imaginan que hubiera dicho que le ayudara a aprobar el impuesto contra las grandes fortunas que también tiene en mente el Gobierno?
Decía que a Sánchez se le ha escapado esa frase, pero creo que no. Sinceramente, pienso que es lo que algunos miembros de este Gobierno piensan de los empresarios: depredadores que buscan todos los subterfugios para obtener más beneficios a costa de los clientes y de los empleados. 
Es lo que se trasluce del comentario de la ministra de Trabajo. Yolanda Díaz, a propósito del teletrabajo. Ese "a las empresas no les va a salir gratis" la nueva situación denota lo mismo, que Díaz piensa en las empresas como aprovechadas que quieren sacar ventaja del cambio de hábitos laborales, aherrojando más a sus empleados.
Puede que en algunos casos sea así y para evitarlo está la legislación, pero que este Gobierno dé esa sensación de que el empresario es el enemigo a batir y a controlar no hace bien a la economía, justo en el momento en que más falta hace para hacer frente a lo que tenemos encima.

lunes, 22 de junio de 2020

La 'verdad socialista', una forma trapacera de hacer política

La ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno ha inaugurado este fin de semana la precampaña electoral de Galicia para el PSOE con una afirmación que recogió el propio partido en un tuit: "Todas las CCAA mantuvieron sus competencias. Que no nos engañen. Este Gobierno hizo acopio material sanitario, lo entregó a las CCAA, porque era muy complicado encontrar material en plena pandemia". 
Se refería Montero, en concreto a la polémica sobre la nefasta gestión que se ha realizado en las residencias de ancianos, donde gobiernos autonómicos- sobre todo el de Madrid- y el central se echan las culpas y, lo que es triste, se tiran los muertos a la cabeza. 
La frase de Montero hay que cogerla con pinzas, porque es cierto que no se retiraron competencias a las CCAA, pero también lo es que durante el estado de alarma éstas se subordinaron a lo que dispusiera el Gobierno central. Si no, no se explica, sin ir más lejos, que el propio presidente del Gobierno anunciara el 31 de mayo que "la capacidad de decisión en esta última fase 3 corresponde a cada autonomía". Si Sánchez devolvía esa "capacidad de decisión" a las autonomías es porque antes no la tenían, ¿no? ¿Para qué si no el estado de alarma?
La ministra portavoz conocía todo esto, pero no le importó faltar a la verdad o, mejor, inventarse una verdad. Y me recordó a aquella Carmen Calvo que a finales de 2018 distinguió entre la forma de pensar del Pedro líder de la oposición con la del presidente Sánchez al cambiar de criterio sobre el delito de rebelión de los líderes políticos catalanes encausados por el 1-0. En definitiva, se puede apoyar una cosa y la contraria según las necesidades de cada momento. El discurso del político deja de ser veraz -deja de ajustarse a la realidad- para atenerse a lo que le interese en cada momento. 
No es nueva esta estrategia. Escribí sobre el tema en El Mundo cuando lo de Calvo: "La sorprendente salida de la vicepresidenta del Gobierno el pasado viernes para intentar justificar el cambio de criterio del presidente del Gobierno sobre el delito de rebelión para los encausados por el procés es mucho más que una desgraciada anécdota de quien se queda sin recursos para explicar lo inexplicable. Tiene una inmensa carga de profundidad, por la que Calvo está dispuesta incluso a hacer el ridículo ante los periodistas en la sala de prensa de La Moncloa y ante la sociedad entera. Es el concepto de que no hay más realidad que la que yo creo y, por tanto, la verdad es relativa en función de esa realidad artificialmente creada.
Porque si aceptamos ese cambio de criterio entre lo que en mayo era un delito de rebelión para el líder de la oposición no lo sea cinco meses después para el presidente del Gobierno sólo por el hecho de que ahora es presidente del Gobierno se abre una forma de hacer política sobre la que no se puede objetar nada, salvo su reducción al absurdo".
"Decimos que estamos en la era de la posverdad y de la desinformación -no son conceptos sinónimos- y echamos la culpa a algunos medios o a las redes sociales, como si éstas tuvieran vida propia. Pero también hay muchos gobernantes que intentan tergiversar la realidad para acomodarla a sus intereses. Y esto no es sólo propio de Trump, Bolsonaro, Salvini, Farage o Le Pen. Calvo quiso distorsionar la verdad con el Vaticano y le salió mal. Y el viernes lo volvió a intentar. No son anécdotas. Es una forma trapacera de hacer política". Montero lo ha vuelto a hacer.