Este periódico organizó el pasado 8 de octubre una jornada sobre la Universidad en la que participaron los cuatro principales
partidos y todos estuvieron de acuerdo en la necesidad de un pacto
nacional para sacar a España de la postración en el ámbito educativo, ya
sea en la enseñanza superior como en la básica obligatoria. A las
primeras de cambio, el PSOE vuelve a la carga con uno de los temas que
más divide a las fuerzas políticas y que, desde luego, no es ni con
mucho el principal problema de nuestro modelo educativo: sacar la religión de las escuelas y convertirla en una actividad extracurricular
más, no sólo en la escuela pública, sino en la privada. En definitiva,
si llegan al poder, los socialistas pretenden que maristas, jesuitas,
salesianos y salesianas, agustinos, reparadoras, teresianas... no
enseñen religión en sus aulas, sino que la tengan como una actividad
similar al fútbol, al patinaje, a la guitarra o a la danza. Tal cual.
(Abro
paréntesis. Soy partidario de que la enseñanza pública incluya la
asignatura de religión -no de catequesis, que es para las parroquias-
siempre que las familias así lo decidan. A día de hoy es la mejor forma
de cumplir el artículo 27.3 de la Constitución. Cuando casi un 60% de
los padres -practicantes, creyentes, agnósticos y ateos- piden cada año
la asignatura de religión para sus hijos en Primaria parece que hay más
consenso social en mantenerla dentro de los planes de enseñanza, junto a
otra de valores cívicos, o como se llame, para quienes no deseen
estudiar religión. Una característica de la libertad es la capacidad
para elegir, y se es menos libre si se niega esa posibilidad, que es lo
que propone el PSOE. Claro que quien confunda estado aconfesional con
estado laico no pensará igual. Cierro paréntesis).
Pero
no es esto lo que quería comentar. Lo preocupante es que cuando más se
habla de la necesidad de una nueva forma de hacer política, de «la
política con mayúsculas», que decía ayer Meritxell Batet en la Cope, los políticos, incluso los casi recién llegados como Pedro Sánchez
y su equipo, continúen con los viejos vicios: el tradicional tirarse la
educación a la cabeza, ese hacer hincapié en lo que separa mucho más
que en lo que une. La religión es un ejemplo, pero -en otro nivel de
importancia- podemos incluir la ocurrencia del PP de incluir en
Formación Profesional una asignatura sobre Tauromaquia, con lecciones
del tenor de «la aplicabilidad del axioma en la suerte fundamental de la
verónica», dentro de los contenidos de «Lidia y Liturgia Taurina».
Asignatura tan digna como otras, pero que parece ideada directamente
para cabrear a buena parte de la izquierda política y al entorno
nacionalista.
Es desalentador que cuando se acerca una
legislatura en la que van a ser más necesarios que nunca los consensos
para gobernar, los políticos vuelvan a empecinarse en lo que más separa a
los partidos. Cuando la educación necesita más que nunca acuerdos
duraderos para sentar las bases que nos permitan acercarnos aún más a
los países de nuestro entorno, hay quien continúa aferrado a la vieja
política
Eso ha conseguido una vez más el PSOE: colocar
algo secundario en el foco de la reforma del sistema educativo. Un nuevo
modelo de enseñanza tiene que resolver el fracaso escolar en las
primeras etapas, incrementar la exigencia a los alumnos, fomentar la
formación del profesorado y su autoridad, regular la autonomía de los
centros educativos, adecuar la Formación profesional al mundo laboral...
Pero de todo eso no se habla, como comprobamos estos días. Porque es lo
difícil. ¿Ven? Empezaremos la próxima legislatura como estamos acabando
ésta y todas las anteriores. No aprenden.
@vicentelozano
(Publicado en El Mundo el 22 de octubre de 2015)
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