lunes, 28 de diciembre de 2015

Un judío 'sin techo'

(Publicado en El Mundo el 24 de diciembre de 2015:)

Esta columna la va a escribir Pascal Bugis, alcalde de la villa francesa de Castres, de 41.000 habitantes, situada en la región de Midi-Pyrénées. El pueblo celebra anualmente las fiestas de Navidad con una exposición de belenes organizada por el Ayuntamiento, entre otros eventos. El año pasado recibió por estas fechas una petición por parte del presidente de la Federación del Libre Pensamiento del Tarn para que retirara la exposición al considerarla ilegal dada la condición laica del Estado francés. Ésta fue la respuesta de Bugis:

«El alcalde
Castres, 22 de diciembre de 2014
Señor,

En su cualidad de presidente de la Federación del Libre Pensamiento del Tarn, me pide que haga proceder a la remoción de la exposición de belenes de la plaza Jean-Jaurès, instalada para las fiestas de Navidad, en el ámbito del mercado de Navidad del año 2014, en la medida en que usted estima que, con esta instalación, he ignorado el principio del artículo 28 de la Ley de 9 de diciembre de 1905.

Le podría contestar que ese artículo prohíbe: 'levantar o colocar cualquier signo o emblemas religiosos en los monumentos públicos o en cualquier lugar público, a excepción de los edificios destinados al culto, de los terrenos para la sepultura en los cementerios, de los monumentos funerarios así como de los museos o exposiciones' y que en la medida en que usted mismo en su carta califica por siete veces al evento en cuestión de 'exposición', me permite pensar que (perdóneme la expresión) la messe est dite y que no hay más qué añadir.

Pero sería demasiado fácil esconderse detrás de argucias jurídicas y me atrevo a comunicarle algunas libres ideas de defensores de la libertad de pensamiento que recuerdan cuál es el significado del belén:

El belén es la Navidad y la Navidad es el belén. El belén es también la historia de una familia que por falta de derecho a la vivienda se ha refugiado en un establo. Es un signo de esperanza para todos los sin techo.

El belén es también un rey árabe y otro africano que vienen a visitar a un judío. Es un signo de esperanza y de paz en estos tiempos de choque de civilizaciones y de conflicto en el Oriente Próximo.

El belén son también los pastores gritando de alegría y cantando en una noche de diciembre. ¿Conoce usted a muchos pastores que se rían en este tiempo de crisis?

El belén es un buey, símbolo de la condición laboriosa del hombre. Por último, el belén es un burro, aunque un rumor dice que 'ese burro salió del belén en 2014 para unirse a la Federación del Libre Pensamiento del Tarn'.

En cuanto a mí, apenas me atrevo a decirle cuáles son mis pensamientos cuando constato a qué luchas se dedican valerosos ciudadanos, mientras que muchos de nuestros semejantes tendrían el derecho de esperar que vuestra sagacidad se pusiera al servicio de sus sufrimientos y esperanzas.

No puedo naturalmente desearle unas buenas fiestas de Navidad, por razones que no se le escaparán, ni animarle a celebrar las virtudes del nuevo año, ya que nuestro calendario se empeña en tomar como referencia un antes y un después de Cristo.

Le concedo a pesar de todo unos saludos ciudadanos,

Pascal Bugis»

Me ha llegado un ¿christma? En él se ve un abeto con bolas y este deseo: «Felices Días». Esta noche se celebra lo que se celebra. Se puede contemplar desde muchos puntos de vista. Lo absurdo es tratar de escamotearlo.

@vicentelozano


viernes, 18 de diciembre de 2015

Tras el 20-D...

Me gustaría pagar los impuestos justos para mantener el estado de Bienestar y unos servicios públicos adecuados y no para costear la ineficacia o la corrupción de algunos gobernantes. Hablo de los aeropuertos sin usar, de las autopistas de peaje que ahora hay que rescatar, de las ¿miles? de rotondas con sus correspondientes ¿miles? de monumentitos, de los cientos de miles de subvenciones a los amiguetes, de los sobrecostes de casi cualquier contrato público. Me refiero a los cientos de empresas públicas que nacen al amparo de ministerios, consejerías y ayuntamientos, que se nutren de personal mucho mejor pagados que los funcionarios -más gasto- y se perpetúan así en el tiempo. Hablo de las televisiones públicas sobredimensionadas que necesitan el doble de presupuesto que una privada para llegar a la mitad de lo que alcanzan éstas.

Me gustaría que lo que pago por los servicios básicos que uso habitualmente fuera sólo el coste real de esos servicios y que no se incrementara hasta el infinito porque los gobiernos mantienen esa cierta connivencia con las empresas suministradoras de esos servicios. Hablo de la factura eléctrica, en la que seguimos subvencionando la producción de carbón nacional o sufragando los costes de transición a la competencia de las empresas energéticas. Hablo del precio de la gasolina, atado por la falta de un mercado abierto de verdad, en el que el productor, el intermediario y el vendedor final es el mismo actor en muchas ocasiones. Y atado también porque los gobiernos necesitan exprimir con impuestos la venta de carburantes para pagar parte del gasto público, también el superfluo.

Me gustaría que los poderes públicos no se aliaran con los intereses de sectores que se niegan a innovar para entorpecer el desarrollo empresarial y, por tanto, social. Hablo de internet y del mundo asociado a las nuevas tecnologías en el transporte, en el turismo, en la banca, en el comercio, en la educación, en el entretenimiento, en los medios...

Me gustaría poder elegir para mis hijos una educación de calidad de acuerdo con mi visión de la sociedad, incluyendo el uso de la lengua. Hablo de evitar el adoctrinamiento, de terminar con el cambio de planes cada vez que un partido llega al Gobierno. Hablo de introducir competencia en la enseñanza obligatoria para estimular a todos los implicados, con el fin de que a los buenos les vaya mejor y los malos espabilen. Hablo de gestionar la universidad pública con criterios de mercado, recompensando a sus responsables cuando lo hacen bien. Entiendo por hacerlo bien formar a profesionales cualificados capaces de trabajar en cualquier parte del mundo y apoyar la innovación empresarial. ¿Nunca se han preguntado por qué no hay ninguna universidad española entre las cien primeras del mundo y, en cambio, nuestras escuelas de negocios se sitúan año tras año entre las veinte mejores del planeta?

Buena parte de esto se resume en una frase: que la política no meta las narices más allá de donde debe hacerlo. Que cree las condiciones legales para que nadie juegue con ventaja y para peroteger al ciudadano ante los abusos y, después, que deje hacer. No es fácil. Hagan la lista de los asuntos cotidianos en los que la política está metida hasta las cejas sin necesidad y verán. A tenor de la experiencia vivida en España con lo público -las cajas de ahorros son el mejor ejemplo- no entiendo a los supuestos regeneradores que aportan para ello la receta de más Estado, que en la práctica se traduce en más Gobierno. Para mí, ésa será la piedra de toque de la nueva política que dicen que llega tras el 20-D.

@vicentelozano

(Publicado el El Mundo el 17 de diciembre de 2015)

martes, 8 de diciembre de 2015

Ciudades sin coches y 'tren' a 1.200 km/h

Summit At Sea es el evento más importante que organiza cada año la organización Summit Series. Allí se dan cita protagonistas de la denominada economía digital, desde empresas consolidadas, hasta 'start ups', o emprendedores que de momento sólo tienen sueños y estudiantes universitarios. Su objetivo es debatir y proponer soluciones para la protección del medio ambiente, sobre todo en el mar. Se ha celebrado entre el 13 y 16 de noviembre en Miami, a bordo de un crucero anclado en el puerto, y han participado unas 2.000 personas.

Entre otras actividades, se programó una charla entre Eric Schmidt, presidente de Alphabet, y Travis Kalanick, consejero delegado de Uber, sobre el futuro del transporte en el mundo. Alphabet (Google) es una de las empresas que más ha avanzado en el desarrollo del coche que funciona sin conductor, y Uber es la demonizada aplicación que pone en contacto a través de un simple móvil a personas que tienen coche con quienes necesitan desplazarse.

Hablaron, entre otras cosas, de la eficiencia de los nuevos modelos de transporte. Kalanick dijo, por ejemplo, que un coche de Uber que esté todo el día en marcha puede llevar a treinta o cuarenta clientes, lo que significa que podría reducir en esos treinta o cuarenta automóviles la circulación en esa jornada. Si a esto se suma el del uso del coche autónomo, mucho más eficiente, el impacto en el medio ambiente puede ser impresionante. Cierto que Kalanick y Schmidt barren para casa, pero no describen un mundo imposible. Con sus trabas, Uber y otras aplicaciones similares ya funcionan con éxito en muchas poblaciones, y el automóvil autónomo también es una realidad..., incluso en España. La semana pasada un vehículo sin conductor de Peugeot Citroën recorrió los 599 kilómetros que separan Vigo de Madrid sin problemas. En marzo, un SUV de Delphi viajó sin conductor de San Francisco a Nueva York por vías abiertas al tráfico sin contratiempos. Fueron 4.600 kilómetros y, al finial, con sorna, el jefe de tecnología de Delphi aseguró que "el coche no se distrajo en ningún momento".
La generalización del coche compartido y del vehículo autónomo llegará porque es cuestión de costes y de oportunidad. Es posible que, entonces, a la mayoría de los ciudadanos no les interese tener un coche en propiedad al disponer de un medio mucho más barato e igual de cómodo. Algunos estudios prevén que en unas décadas se podrá reducir el parque automovilístico en las ciudades hasta en un 90%, lo que supondría una revolución en el urbanismo y en la calidad de vida. Y si tenemos en cuenta que el transporte supone alrededor del 25% de las emisiones de efecto invernadero, su repercusión no es ninguna tontería.

Elon Musk, fundador de Tesla, es el impulsor de Hyperloop. Un medio de transporte a caballo entre el ferrocarril y el avión que permitirá viajar por tierra a 1.200 kilómetros por hora, lo que supondría ir de Madrid a Barcelona en media hora. El sistema es un vagón similar al del Ave que circula por un tubo de baja presión anclado a la tierra con pilotes. Funciona con energías renovables. Sus impulsores dicen que su construcción y mantenimiento son un 80% más baratos que la alta velocidad convencional, por lo que podría reducir en esa proporción el precio de los billetes, siguiendo con el ejemplo, el viaje de ida y vuelta Madrid-Barcelona costaría 25 euros, frente a los 120 actuales. Hay ingenieros que piensan que no podrá hacerse, pero Hyperloop ya está en fase experimental.

Se están moviendo proyectos que antes o después harán un mundo mejor. No sé. Con la Cumbre de París al fondo, un poco de optimismo medioambiental no viene mal.

@vicentelozano

(Publicado en El Mundo el 3 de diciembre de 2015)