viernes, 30 de junio de 2023

Que la lucha de la prensa por su supervivencia no acabe con la propia prensa

Malos tiempos para la prensa, aunque esto ya no sea noticia. La Comisión Europea acaba de publicar el European Media Industry Outlook, un extenso informe en el que analiza la situación de sectores clave de los sectores de la comunicación y del entretenimiento, entre ellos el de los medios de información, que analiza el estado actual y las tendencias de un sector clave para la democracia. Merece la pena leerlo.

El sector de los medios generaba en 2021 en la Unión Europea un negocio de 88.000 millones de euros, de los que unos 20.000 millones provienen de los medios escritos y digitales y los 68.000 restantes llegan de la radio y la televisión. Pero las trayectorias son “radicalmente diferentes”. Así, los ingresos de la prensa escrita han caído de 22.000 a 16.000 millones -un 27%- entre 2016 y 2021, mientras que los ingresos de los medios digitales han experimentado un incremento del 60%, hasta 3.700 millones en el mismo periodo. En radio y televisión, el negocio informativo ha crecido un 5,5% en esos cinco años hasta esos 68.000 millones de euros. El informe prevé que continúe el decrecimiento de la prensa escrita en los próximos años, de forma que en 2025 sus ingresos totales -provenientes de los lectores y de la publicidad- se reduzcan a unos 13.000 millones, la misma cantidad que ingresaba en sólo en publicidad en 2016.

Consumo digital
Esta evolución se debe a los cambios en el consumo de la información que se ha dado en Europa, en sintonía con el resto del mundo. “Los medios informativos operan hoy bajo la lógica de la economía de la atención en la que las diferentes formas de contenido -noticias, publicidad y entretenimiento- compiten por llamar la atención del ciudadano, ya sea en formato digital o tradicional”, se lee en el informe. Y esa tendencia se ha agudizado en los últimos años “por la penetración de Internet y la amplia aceptación de la tecnología -nuevos dispositivos- que permiten consumir contenido online en cualquier momento y en cualquier lugar”.

El informe proporciona tres explicaciones de este cambio de los ciudadanos. El primero es que “la infraestructura de contenidos digitales está facilitando su crecimiento”: el 77% ya accede alguna vez a las noticias a través de su teléfono móvil. El segundo es que la “oferta online evoluciona y ofrece nuevas posibilidades a los ciudadanos: por ejemplo, un creciente número de consumidores de la UE prefieren compartir y discutir artículos con amigos y colegas a través de aplicaciones de mensajería instantánea”. Y tercero, “las audiencias más jóvenes prefieren acceder a las noticias sólo parcialmente elaboradas por profesionales”. 

Pago por contenidos y publicidad
Los europeos son conscientes de la importancia de la información para el desarrollo de la sociedad democrática, pero no parecen dispuestos a pagar por ella y eso añade más presión a la pervivencia de los medios de comunicación tradicionales, en especial, a la prensa escrita. “Esta brecha entre el valor asociado del contenido informativo y su monetización representa un desafío clave para la sostenibilidad económica de los medios de comunicación”. Así, por ejemplo, el 68% de los europeos considera que todo el consumo de noticias debería ser gratis y el 83% opina que “siempre debería haber algún tipo de información” que fuera gratuita. A la hora de pagar, los entrevistados consideran que la suscripción es la mejor forma de hacerlo, pero sólo el 13% se muestra partidario de hacer alguna.

Si se estanca el crecimiento de las suscripciones, la publicidad “sigue siendo clave en el mix de financiación” de los medios, señala el informe de la Comisión, pero “ya no beneficia a los medios informativos como solía hacerlo”. El mercado publicitario de la UE sigue creciendo a buena velocidad. En 2021 suponía unos ingresos para el sector -online y offline- de 69.200 millones de euros, frente a los 64.100 millones de 2016. Pero la mayor parte del pastel se lo está llevando el mundo informativo digital. Y ahí, los medios tradicionales -prensa, radio y televisión- cuentan con un tremendo enemigo con el que tienen que repartir la tarta: las plataformas digitales: Facebook y Google, fundamentalmente. Así, en 2021, Internet captó el 43% del gasto publicitario, cuando en 2000 apenas representaba el 1%. Según el informe, a pesar del aumento total de 5.000 millones entre 2016 y 2021, los ingresos por publicidad en los medios tradicionales cayeron un 23%, con un desplome de 33% en los medios impresos “principalmente debido al cambio de hábitos de consumo y a la disminución de la circulación”.

Como hemos visto, las grandes plataformas de internet y las redes sociales se han convertido en un importante motor de consumo de noticias, que en este caso favorece a las ediciones digitales de los medios tradicionales -”proveedores de noticias”, se denominan en el informe- al proporcionarles nuevo tráfico de usuarios, pero a la vez se corre el riesgo de que los medios se “vuelvan dependientes de las plataformas, de sus modelos de distribución, como el uso de algoritmos en la preparación de sus contenidos y de sus modelos de monetización”. Todo ello puede suponer un menoscabo de la labor informativa de los medios mientras se busca volver a la rentabilidad.

Contraataque
“La digitalización ha impactado en todos los procesos de la cadena de valor de los medios. Las herramientas digitales han permitido la producción más rápida de noticias, ha desdibujado los límites entre los tipos de contenidos y los proveedores de los mismos y ha conducido a una multiplicación de canales de distribución a través de distintos dispositivos. Como resultado, los consumidores pueden acceder e interactuar con una amplísima gama de contenido en línea”. Esta frase del informe es un buen resumen de la situación de los medios, en especial los escritos.

A partir de ahí los expertos comentan las dos grandes líneas que han emprendido los grandes medios tradicionales -los denominados ‘legacy’ media’-. Una de ellas es la adopción de nuevos formatos para los contenidos informativos para atraer nuevos lectores. En los últimos años han proliferado los ‘podcasts’, el audio digital, las ‘newsletters’ y el vídeo, que se distribuyen además a través de las cuentas propias de las redes sociales. Por ejemplo, casi el 90% de los principales editores de Francia y España, el 50% de los alemanes y el 30% de los italianos son cada vez más activos en la distribución de vídeos a través de la plataforma TikTok para dirigirse a los más jóvenes, “aunque todavía necesitan descubrir cómo monetizar esos contenidos y canalizar el tráfico a su propia web”.

Los medios también tratan de adoptar las estrategias de las grandes plataformas -si no puedes luchar contra ellos, trata de ponerlos a tu lado-. Muchos grupos editores están adaptando sus estrategias comerciales “al rol de las plataformas digitales globales”. En los últimos años, y con el impulso de la nueva legislación europea de derechos de autor, los editores han cerrado acuerdos de licencia de uso contenidos con plataformas con una contraprestación. Google, por ejemplo, informó el año pasado que ha llegado a acuerdos de este tipo con 300 empresas editoras de la Unión Europea, la mayoría grandes grupos de prensa.

Además de las estrategias para captar más publicidad, los editores pretenden incrementar ingresos de los lectores y para ello emprenden estrategias de “conversión de los usuarios”. Los métodos para monetizar a los lectores incluyen “los ‘muros de pago’, los modelos ‘freemium’, la membresía, el ‘crowdfunding’, los micropagos y los paquetes de ofertas de contenido no informativo”. Las suscripciones son la prioridad número uno en 2023 para el 80% de los editores para incrementar sus ingresos, por delante de la publicidad (75%), de la publicidad nativa (58%), de los eventos (38%) y de la financiación a través de las plataformas (33%).

Pero el negocio digital todavía no se suficiente. En 2022, los ingresos por suscripciones de los medios digitales -incluyendo las ediciones web de la prensa tradicional fueron de 1.800 millones de euros -por 1.000 millones en 2016-, mientras que los ingresos por circulación de los medios impresos ascendieron a 9.800 millones de euros, eso sí una cifra mucho más baja que los 13.300 millones de 2016.

Y, por último, si no puedes aumentar ingresos, trata de reducir gastos. Es un proceso que venía de lejos, pero aceleró durante la pandemia. En 2020 y 2021 las organizaciones presionaron para rediseñar oficinas, mejorar la tecnología y renegociar contratos laborales para rebajar costes y adaptar las redacciones al teletrabajo. Las plantillas se redujeron, aumentó el trabajo autónomo frente al contratado, y se cambiaron puestos de redactores por personal con más habilidades digitales con el fin de aprovechar las oportunidades de la tecnología.

De forma políticamente correcta, el informe señala que “si estas prácticas perduran, como parece, pueden exigir el desarrollo de nuevos criterios editoriales y modelos de gobernanza de los medios” para evitar impactos negativos en la supervisión de los contenidos y una precarización de las condiciones de trabajo de los periodistas. En román paladino: la digitalización de los medios está poniendo en peligro la razón de ser del periodismo, que es la de defensa de la democracia ofreciendo a la sociedad una información veraz y contrastada de lo que está ocurriendo.

El panorama de los medios -y sobre todo de la prensa- no es demasiado optimista. Los que estudios como el la Comisión Europea o el Digital News Report concluyen es que todavía no se ha encontrado el modelo que vuelva a la rentabilidad a los editores. Y es algo que urge por salud democrática, no vaya a ser que esa lucha por la supervivencia de la prensa corra el riesgo de terminar con la propia prensa tal y como ahora la conocemos.

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