domingo, 23 de marzo de 2014

La guerra de las 'telecos' por la televisión

La guerra de la televisión no es sólo la de Antena 3 y Telecinco por el liderazgo de audiencia. Ni la de RTVE por no convertirse en residual. Ni la de los canales de TDT peleando por su cuota del 1%. Hay otra gran batalla en el mercado televisivo español y la están librando las operadoras de telecomunicaciones. Lo vemos estos días con el inicio de los campeonatos mundiales de Fórmula 1 y Motociclismo. Telefónica ha aprovechado estos dos acontecimientos de interés nacional y mundial ­para comercializar, con un gran despliegue publicitario, Movistar Fusión TV, producto que incluye en un mismo paquete, la línea fija, el móvil, el ADSL y su oferta televisiva.

Esta campaña ha coincidido con la compra de la operadora española Ono por la británica Vodafone. La operación tiene varios motivos. Javier Montalvo explicaba uno de ellos en el diario Expansión: «Los 7.200 millones que invertirá Vodafone es el precio que tiene que pagar (...), sobre todo, para no quedar descolgado en un segmento de actividad que marcará la diferencia en el negocio de las telecomunicaciones: la televisión de pago». Entre otras cosas, Ono aporta a Vodafone la fibra óptica y, sobre todo, TiVo, un servicio de televisión a la carta sobre el que tiene la exclusiva para Europa. Vodafone logra así un producto fiable para llenar de contenidos.

El avance de la tecnología y el gran impulso de las compañías nativas de internet han provocado un giro radical en los ingresos de las operadoras. Las llamadas apenas son negocio, se ofrecen como commodity junto a otras ofertas y probablemente morirán como fuente de ingresos en cuanto las distintas empresas de internet empiecen a ofrecerlas gratis. Es un proceso similar al que han registrado los SMS, que casi no suman ya por culpa de WhatsApp, Line y similares. ¿Cuánto han dejado de ingresar las operadoras, al perder los SMS de Navidad y Nochevieja?

Una compañía telefónica basa su negocio en la explotación de los canales de comunicación. Y sólo le interesa lo que circule por él en función de su peso: cuanto más sofisticada sea la información que transmita ­–audios, vídeos, juegos– más puede cobrar.

Pero internet ha cambiado radicalmente la situación porque está consiguiendo que los ciudadanos puedan usar esos canales de forma casi gratuita. Así, las empresas tienen que buscar en la oferta de contenidos y servicios los ingresos que pierden en su negocio tradicional. El más apetitoso de momento es la televisión de pago, pero las operadoras se convertirán también en plataformas de distribución de contenidos formativos e informativos y no sólo de ficción. Por cierto, un panorama alentador para vislumbrar algún remedio a la maltrecha situación de la prensa.

@vicentelozano
(Publicado en @elmundo_orbyt el 22 de marzo de 2014)

miércoles, 19 de marzo de 2014

Google no es el problema

Bienvenidos sean los ¿30, 50? millones de euros que los editores de medios españoles podrán percibir de Google y de otros agregadores si finalmente se lleva a cabo la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual que prepara el Gobierno. Menos da una piedra, pero ese dinero en absoluto va a ayudar a solucionar la crisis de la prensa y se puede convertir en un problema.

Hay que recordar que la tasa apenas ha tenido éxito en los países en los que se ha implantado. En Alemania, por ejemplo, esa tasa se puso con carácter voluntario: los periódicos podían decirle a Google que no indexara sus contenidos, pero los que lo hicieron perdieron tantos puestos en las clasificación de las noticias más vistas que volvieron a la situación anterior.

En Francia, se llegó a un acuerdo mixto: los agregadores pagarían a los editores 60 millones de euros al año a cambio de enlazar sus contenidos. Pero Google consiguió que la ley obligue a que ese dinero se utilice para financiar la transición digital de los periódicos y que sólo se distribuyera tras la presentación de proyectos concretos. Como decía anoche en Twitter Maria Ramírez, corresponsal de El Mundo en Nueva York, en Estados Unidos la 'tasa Google' no está en ninguna discusión sobre la crisis de la prensa. Y allí ha debatido sobre el tema hasta una Comisión del Senado.

Un diario nacional titula hoy un tanto cándidamente "Se acabó el gratis total en internet". ¡Es el mismo periódico que, en estos momentos, está regalando a los lectores cientos de informaciones, fotografías y vídeos a través de su pagina web! Ése es el gran error que podemos cometer. Que nos creamos que se ha dado un paso en la salvación de los medios impresos. Y en absoluto es así.

En primer lugar porque ya no se pueden poner puertas al campo. Si la esencia de una red física es la existencia de nudos entre las cuerdas, la esencia de la red virtual, Internet, es la posibilidad de enlazar. Nadie va a terminar ya con el enlace. Google, Bing, Yahoo... pagarán a los editores, sí, pero ¿por qué no se le exige lo mismo a Twitter, Facebook, Menéame,... que también consiguen ingresos con contenidos de los medios que suben sus usuarios? ¿Y esas webs supuestamente informativas que viven de seleccionar y publicar a primera hora de la mañana las informaciones que producen otros?

Repito que para las maltrechas cuentas de las editoras vendrán bien esas decenas de millones, pero no es ése el camino. Habrá que ver cómo se pone en práctica el cobro y la distribución de la tasa, quién va a decidir qué dinero va a cada quién y en virtud de qué criterios. Pero, sobre todo, sería muy triste que la 'tasa Google' nos distrajera de la cuestión fundamental: la prensa necesita una reconversión profunda que en España apenas hemos empezado a plantearnos. Y que, desde luego, no pasa por otra subvención, sea del Estado o de unas empresas privadas como Google y los demás agregadores.

P.D. Anoche, vi en Orbyt la portadilla del suplemento EM2 que está hoy en la calle y tuiteé que me habia gustado mucho. Uno de los redactores de Orbyt, Alfonso Mateos, me contestó enseguida: "La busco en Google y nada, oye". A lo mejor por ahí atisbamos una posible solución.

@vicentelozano
Publicado en elmundo.es el 15 de febrero de 2014

miércoles, 5 de marzo de 2014

El paro cruza su Cabo de Hornos

Buenos datos de paro registrado en febrero, en todos los sentidos. En esta noticia de El Mundo tienen todas las cifras. Es la primera vez que cae el número de desempleados en ese mes desde 2008. Y es muy positivo que crezca la afiliación en una etapa del año más propicia para los despidos, dada la estacionalidad del mercado de trabajo español.

Pero sobre todo es esperanzador porque, por primera vez desde el inicio de la crisis económica, hay más españoles cotizando a la Seguridad Social que un año antes. Al finales de febrero, contribuían 16,212 millones de ciudadanos, un 0,38% más que hace un año. También es significativo el incremento neto de 44.000 autónomos en los últimos doce meses. En términos desestacionalizados -sin contar las variaciones que suponen los distintos momentos del año- llevamos siete meses consecutivos de caída del desempleo.

¿Qué supone este dato? La constatación de que la economía española es capaz ya de crear empleo, con un crecimiento exiguo, que fue del 0,2% del PIB a finales de 2013 y rondara esa cifra en el primer trimestre de este ejercicio.

No es aventurado decir, por tanto, que tambièn en el desempleo, España está cruzando el Cabo de Hornos, tomando la palabra al presidente del Gobierno.

Es cierto que el mercado de trabajo mantiene sus deficiencias, que se manifiestan fundamentalmente en el desmesurado uso de la contratación temporal, pero en estas condiciones, nadie duda de que es mejor trabajar, aunque sea por poco tiempo, que permanecer en el paro

Como siempre habrá que esperar a la EPA para hacer análisis más profundo de la realidad laboral. Y, como afirmaba el mes pasado, todavía tenemos mucho paro para mucho tiempo.  Bajar del 26% actual a tasas más o menos aceptables -en torno al 10%, por ejemplo- va ser cuestión de muchos años. Pero es una alegría que el empleo empiece a espabilarse en España. Este dato debería ser bien recibido por todos, también por la oposición.

@vicentelozano en Twitter

sábado, 1 de marzo de 2014

'Deconstruir' los periódicos

El EGM acaba de publicar el Marco General de los Medios en España 2013, un resumen del consumo de información y entretenimiento en la sociedad. Un dato es que la penetración –con perdón, pero así lo llaman– de los periódicos, entendida como el porcentaje de ciudadanos que lee diarios, fue del 32,4% en 2013, ¡el mismo nivel que en 1991! Con la agravante de que en aquellos años la prensa era un negocio rentable y hoy, con el mismo porcentaje y más habitantes, ha dejado de ser un negocio. Un dato pesimista, sí, pero necesario conocer la realidad y ponerle remedio.

En julio de 2009, el banco de inversión Morgan Stanley encargó a Matthew Robson, un adolescente de 15 años que había pasado unas semanas en la firma como parte de un programa educativo en el Reino Unido, que hiciera un informe sobre el uso que hacían él y sus amigos de internet. Los resultados fueron sorprendentes. El documento dio la vuelta al mundo y se convirtió en una pieza clave para valorar la estrategia a medio y largo plazo de las empresas editoras.

¿Qué decía el joven Matthew? Había dos conclusiones que merece la pena destacar. La primera, que los adolescentes británicos que conocía no leían periódicos. "Ninguno de mis amigos encuentra divertido enfrentarse a páginas y páginas de texto", decía. Y Robson añadía que ni la televisión era ya un objeto de consumo: sus amigos preferían hacerse su propia programación en sus dispositivos, ya fuera de películas, series o música preferida. "Si podemos elegir nosotros la música que queremos escuchar, por qué estar a expensas de alguien que programa lo que él prefiere, y no lo que a mí me gusta". La segunda, que el canal de consumo de información –en el más amplio sentido del término– más empleado era el teléfono móvil y las videoconsolas conectadas que permiten chatear entre los jóvenes. Todavía quedaban seis meses para que Steve Jobs presentara el iPad.

¿Qué significa esto? Sencillo. Antes un editor lo único que tenía que hacer es situar su producto en el quiosco y esperar que el lector se acercara a comprarlo. Y ese cliente no tenía más remedio que adquirir todo el producto en una decisión antieconómica: ¿por qué pagar 1,30 euros por 64 páginas si sólo me interesan a lo sumo 15 o 20? Pero el editor tenía la sartén por el mango. Ahora no: el lector puede acceder a la información a la hora que quiera y sólo a los contenidos que le interesen. El mango ha cambiado de manos.

No existe una solución única al futuro de la prensa. Hay muchas salidas, según el tipo de proyecto, las personas que los lleven adelante y, muy importante, de la sociedad en la que se desarrollen. Pero, sea como sea, el futuro, en Occidente al menos, pasa por una deconstrucción de los periódicos. Es decir, deberemos tener la capacidad para ofrecer los contenidos que ya tenemos, pero de forma separada y en todos dispositivos móviles, que es lo que demandarán los ciudadanos. Todo ello, sin perder la marca, que seguirá siendo la base para triunfar también en internet.

Y para ello, tan importante como que las redacciones elaboren esos contenidos –que ya lo están haciendo–, es que los equipos comerciales y de marketing de las editoras sean capaces de desarrollar los productos necesarios para ser vendidos en la red y conseguir publicidad a través de ellos. Google y otros agregadores empezarán a pagar a los periódicos por indexar sus contenidos. Los medios más enlazados podrán recibir por ello ¿uno, tres? millones de euros al año. Sería de necios pensar que con eso está todo resuelto.
@vicentelozano (Publicado en @elmundo_orbyt el 15 de febrero)