sábado, 29 de septiembre de 2018

Pensiones: nos engañan a corto o nos engañan a largo

Recordemos algunas noticias sobre las pensiones que hemos leído en los últimos días. No hace falta irse demasiado hacia a atrás en el tiempo. Una: La nómina mensual de las jubilaciones lleva dos meses subiendo a un ritmo anual del 5% y supera los 9,2 millones de euros, debido a que se aplica la revalorización con base en el IPC aprobada por el Gobierno de Rajoy. Dos: Los últimos Ejecutivos se han fumigado ya el préstamo de 15.000 millones de euros solicitado al Tesoro -hacerse trampas en el solitario, se llama- para pagar las pensiones y el Ministerio de Trabajo ha dicho que necesitará tirar del fondo de reserva para pagar los 7.000 millones que suponen la extra de diciembre, con lo que la denominada hucha de las pensiones pasará a mejor vida.
Tres: El déficit de la Seguridad Social va a superar los 18.000 millones de euros este ejercicio. Cuatro: Después de decenios en los que los distintos gobiernos se han cansado de decir que las pensiones están garantizadas, por fin una voz oficial autorizada baja a la realidad y afirma que el modelo actual no es viable más allá de los 10 años: «El sistema tiene arreglo para los próximos 10 años, pero luego habrá que volver a pensarlo», comentaba el miércoles el secretario general de la Seguridad Social, Octavio Granado. Y añadía la causa que éste y otros Ejecutivos se han negado a poner en primer plano hasta ahora: la evolución demográfica en España, que llevará en los próximos años a la jubilación de la generación del baby boom.
En otras palabras, Granado dijo que o se le da la vuelta al sistema o se va al garete. Esto quiere decir que si usted tiene menos de 55 años -y a lo mejor lleva ya 25 cotizando- no tiene garantizada en estos momentos una jubilación digna... por la que ha estado pagando al Estado todos esos años de carrera profesional.
Y cinco: Con todo esto, es decir, con el sistema haciendo agua y con fecha de caducidad puesta ya casi oficialmente, los señores diputados del Pacto de Toledo deciden un acuerdo de revalorización anual que incluye una subida de las pensiones «en base al IPC real». Entre otras razones, porque «no nos ponemos permitir el lujo de tener pensionistas que sean pobres», como decía ayer la portavoz socialista en la comisión del Pacto de Toledo, Mercé Perea.
Pues bien, o esa revalorización «en base al IPC real» esconde alguna triquiñuela para que en la práctica no sea así, y los políticos nos están engañando a corto plazo, o vuelven a colocar otro peso sobre un modelo de pensiones públicas que ya no soporta nuevas cargas y nos están engañando a largo plazo.
Lo que no es de recibo es que, como decimos, a la vez que el Gobierno reconoce que esto no da más de sí, el Pacto de Toledo apruebe una medida que ahoga mucho más el sistema. No se me ocurre otra explicación que la electoral: hay que amarrar los votos de los nueve millones de pensionistas de hoy... ¿Dentro de 10 años? En política eso es un mundo, a pesar de la juventud de nuestros líderes políticos. Repito: si tiene menos de 55 años, póngase un poquito nervioso. Esta vez lo ha dicho el Gobierno, por fin.
(Publicado en El Mundo el 28 de septiembre de 2018: http://www.elmundo.es/economia/2018/09/28/5bad32eb22601dbd168b4679.html)

jueves, 13 de septiembre de 2018

La 'verdad política'

DICEN los clásicos que hay dos formas de entender la conducta humana en relación con la verdad. La trascendente y la inmanente. Muy resumido, la primera hace referencia al pensamiento aristotélico, que Antonio Machado resumió en aquel «el ojo que tú ves no es ojo porque lo veas, es ojo porque te ve». Es aquello de que 'la realidad está ahí fuera' y la verdad es adecuarse a ella.

La visión inmanente llegó con el 'cogito ergo sum' del francés René Descartes. Ese 'pienso luego existo' supone colocar a la persona por encima de la realidad, que sólo existe en función de ser pensada.

Es lo contrario del verso de Machado: el ojo es ojo porque tú lo ves. Y tiene muchas repercusiones en la vida cotidiana. Si la realidad se construye según la vamos pensando, los conceptos de verdad y mentira se convierten en términos subjetivos e inestables. La 'verdad política' es el mejor ejemplo de ello.

Da igual decir que tu seña de identidad es bajar impuestos y subirlos a traición en el primer Consejo de Ministros en el que tienes ocasión. O mezclar una verdad objetiva -«Europa no acepta los presos políticos»- con su verdad subjetiva -«en España hay presos políticos»- para concluir que Europa está con el independentismo catalán.

En un momento puedes afirmar que quieres terminar con las puertas giratorias y acto seguido organizar un auténtico carrusel de nombramientos de amiguetes. O prometer que una moción de censura es para convocar elecciones y cuando la has ganado añadir que las elecciones serán «cuando termine la legislatura». O llevar toda una legislatura diciendo que no repetirás en la lista electoral para comunicar finalmente lo contrario cuando llega el momento.

Y hay políticos capaces de dar su apoyo durante tres años y medio a otro partido para que gobierne en una comunidad autónoma y retirárselo diciendo que es el peor Gobierno que ha tenido esa comunidad autónoma en su historia. El grave problema es que quien adecua así la verdad a sus intereses ni siquiera es consciente de que miente porque no entiende la verdad. Y para botón, repasen la entrevista de Quim Torra con Ana Pastor del domingo pasado.

(Publicado en El Mundo el  martes 11 de septiembre. Foto: RTVE)