lunes, 12 de febrero de 2018

Elon Musk y la libertad de emprender

El visionario -y a la vez con los pies bien anclados en el suelo- Elon Musk ha cumplido uno de sus sueños: poner en órbita un cohete que puede llegar a Marte. El lanzamiento del 'Falcon Heavy' fue la transmisión en directo más vista en la historia de Youtube, y 'The Wall Street Journal' comentó que había vuelto a poner la carrera espacial ante los ojos de la sociedad, como en los mejores momentos de la conquista de la Luna. Space X, la empresa de Musk que ha diseñado el cohete, ha logrado por primera vez que los propulsores volvieran a la tierra para ser reutilizados, lo que va a abaratar posteriores lanzamientos. Musk ha marcado un hito en la historia de la navegación espacial, y este contrato con la NASA le ha proporcionado recursos para seguir investigando. Está cumpliendo un sueño, pero no es el único que tiene en la cabeza.

Musk es el dueño de Tesla Motors, que fabrica coches eléctricos. Aquí pierde mucho dinero porque comercializa vehículos demasiado caros, pero que ya se ha hecho un hueco en este mercado. En materia de energías renovables, su último invento es la creación de la mayor planta de energía solar del mundo conectando 50.000 viviendas en el estado de Australia del Sur (Australia). Esta región se quedó sin suministro en 2016 por una gran tormenta, y el Gobierno regional no quiere que se repita esta catástrofe. El proyecto consiste en la instalación de paneles en los tejados, conectados a baterías recargables que irán en cada hogar. Las casas tendrán así suministro gratuito y la fuente de ingresos vendrá de la venta a terceros de la energía sobrante. A la vez, Musk es el dueño de Hyperloop, la empresa que investiga -y tiene ya en pruebas- un modelo de transporte terrestre que podría circular a 1.000 kilómetros por hora, es decir, reduciría el tiempo del viaje entre Barcelona y Madrid a 45 minutos, por las dos horas y media del Ave.

Este sistema se basa en una cápsula de pasajeros que navega dentro de un tubo de gravedad mínima. Hay un equipo de ingenieros de la Universidad Politécnica de Valencia trabajando en él. Sería, además, mucho más barato que la alta velocidad, porque necesitaría menos energía y un menor mantenimiento. El modelo ha provocado suspicacias, pero las pruebas han sido exitosas y ya hay gobiernos interesados en él.

Musk, de padre sudafricano y madre canadiense, tiene 46 años y es millonario. Hizo dinero con la venta de las primeras empresas que fundó: Zip2, que desarrollaba páginas web y que vendió a Compaq en 1999 por 300 millones de dólares, y el sistema de pagos electrónicos Paypal, que fue comprado en 2002 por eBay por 1.600 millones.

Es uno de esos hombres que luchan por hacernos la vida más fácil y encuentra en EEUU el ecosistema empresarial e inversor adecuado para llevar a cabo sus sueños. Ha tenido fracasos -muchos de ellos con Space X- pero consigue lo que se propone, también porque, allí, el fracaso se ve como un aprendizaje y porque, allí, el Estado deja hacer a los emprendedores. Llegaremos a Marte, viajaremos a 1.000 kilómetros por hora, conseguiremos una energía limpia y barata... y tendremos que acordarnos de Musk y de algunos como él, y de lo que supone la libertad de y para emprender.

viernes, 2 de febrero de 2018

Realismo en Figueruelas

El acuerdo que han alcanzado Opel, ahora propiedad del grupo francés PSA, y los trabajadores por el que éstos sacrifican parte de sus ingresos futuros a cambio de que la empresa aumente la producción de la planta de Figueruelas es una muestra más del realismo que ha caracterizado las relaciones laborales en la industria de la automoción en España. Y esto ha sido y sigue siendo muy positivo para la economía.

Ese realismo empresarial y sindical ha hecho de España un país muy competitivo en este sector, algo especialmente importante porque en los últimos años se han sumado a la producción de automóviles países con mano de obra más barata que han puesto en dificultades el mantenimiento de las fábricas en España. Que las multinacionales del motor acepten mantener su producción en nuestro país con mejores condiciones laborales que en otros es porque la productividad de las plantas españolas es superior a la de nuestros competidores. Un responsable de Opel recordaba el miércoles que en Europa hay más de 200 factorías similares a las españolas, muchas de ellas con costes laborales más bajos.

El automóvil es imprescindible para España porque es clave para nuestro sector industrial. El peso de la industria en el PIB ha caído desde el 29% de 2008 al 23% en 2017. Pues bien, casi la mitad de ese 23% -un 11%-, procede de los coches. España cuenta con 19 factorías, emplea directa e indirectamente a unos 200.000 trabajadores y las exportaciones de vehículos representan alrededor del 15% del total de las ventas a exterior. Aquí están Volkswagen, Peugeot-Citroen, Ford, Daimler Benz, Nissan, Renault..., empresas que han inyectado en sus factorías más de 4.000 millones de euros en los últimos años. Los fabricantes dicen que aportan cada año al Estado en impuestos unos 25.000 millones de euros. Son cifras que avalan la importancia del sector de la automoción en España, un país, como decimos, que se desindustrializa por momentos, con la repercusión que tiene este proceso en la estabilidad de los empleos.

Las relaciones laborales en el sector automovilístico han sido modélicas casi siempre, pero especialmente en los años de la crisis. En todas las plantas, sindicatos y trabajadores han sido capaces de llegar a acuerdos en las retribuciones y en las condiciones laborales con los que han sorteado la recesión con resultados muy positivos, como se ve. Ha habido despidos -en condiciones aceptables-, desde luego, pero también se ha logrado conservar la carga de trabajo en las fábricas, lo que ha significado el mantenimiento de la mayoría de los puestos de trabajo y, lo que es muy importante, asegurarse la producción para los próximos años.

En el caso de la factoría de Figueruelas, los trabajadores han renunciado a algunas subidas y complementos salariales y, a cambio, la empresa se ha comprometido a llevar nuevos proyectos, de forma que la planta pueda colocarse a pleno rendimiento, lo que supone fabricar unos 478.000 vehículos al año. En 2017, Figueruelas puso en el mercado 387.000. Hay que felicitarse, pues, por el acuerdo y abogar porque se cumpla.