martes, 29 de septiembre de 2020

Unos Presupuestos que "no gustarán a la derecha"


Los Presupuestos anuales son algo muy serio para tomarlos como un arma contra el adversario político. Siempre son fundamentales para la marcha del país, pero en plena recesión -propia de una guerra- el Gobierno debe hacer un esfuerzo en concitar el máximo consenso posible para poner en marcha la política económica que exige la precaria situación a la que nos ha conducido la pandemia. Sería ideal que todos los partidos, con los dos más votados a la cabeza, contribuyeran a dotar al país de los instrumentos económicos que necesita para salir cuanto antes de esta crisis que, en la más optimista de las previsiones, va a durar toda la legislatura.

Por eso, no puede ser que el vicepresidente de lo social se jacte de que los Presupuestos que prepara el Gobierno "no van a gustar a la derecha". Da la impresión de que Iglesias, que no se baja de sus planteamientos puramente ideológicos, no sabe de qué va el Covid al seguir planteando la pelea contra las consecuencias económicas de la pandemia como esa lucha de clases que tanto le gusta. Es desesperanzador que se siga haciendo politiqueo barato con la crisis. Gobernar contra alguien es no saber gobernar.

No sé si algunos señores del Gobierno son conscientes de que el Producto Interior Bruto se hundió un 17,8% en el segundo trimestre en términos interanuales, que el consumo privado se desplomó un 24,4%, que la inversión cayó un 24,6%, y que las exportaciones se despeñaron un 38,4% y las importaciones un 33,1%, como acaba de hacer público en Instituto Nacional de Estadística. Es cierto que éstas son las cifras del confinamiento, pero ningún analista piensa que se vayan a recuperar a medio plazo.

Se trata de que la economía vuelva a funcionar al mejor ritmo posible
y para ello es imprescindible no excluir a nadie en la recuperación. Pero ya sabemos que esto, ni siquiera en estos momentos dramáticos, es imposible en nuestro país. Pablo Iglesias la goza intentando soliviantar a lo que llama derecha. Incluso con sentencias totalitarias como la que pronunció el miércoles en el Congreso dirigiéndose al PP: "No volverán a formar parte del Consejo de Ministros de este país", como si tuviera en mente que en España ya no se van a convocar más elecciones democráticas.

Esta vez, es el Ejecutivo el que tiene la culpa de no llegar a acuerdos. ¿Cómo va a aceptar la derecha española el ofrecimiento de María Jesús Montero a negociar las cuentas públicas si, a la vez, Pablo Iglesias dice que no van a gustar a la propia derecha, Arrimadas incluida?

Estos Presupuestos son clave para que Bruselas -y todos los países del euro- vean plasmados los planes económicos del Gobierno de coalición español. Y este tema es muy serio. Qué mejor aval para Europa que presentar unas cuentas públicas contra la crisis apoyadas por la mayoría del arco parlamentario, capaces de poner los cimientos de las reformas que de verdad necesita el país.

Estamos ante una coyuntura histórica y le ha tocado a Sánchez lidiar con ella. Sus primeros Presupuestos deberían ser el punto de partida para modernizar el país. Pero la realidad es que a finales de septiembre, de los Presupuestos de 2021 conocemos que ya están «consensuados al 80%», como ha dicho Montero, que serán "expansionistas" (por expansivos), y también sectarios porque «no le van a gustar a la derecha». Así no se hacen las cosas.