jueves, 18 de febrero de 2021

Un mercado laboral dopado

Decía el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, hace unos días en una entrevista con el diario Financial Times que las previsiones de desempleo de la OCDE y del Banco de España que situaban el paro en España por encima del 20% al finalizar 2020 «habían fallado por completo». Técnicamente tiene razón, porque según la Encuesta de Población Activa (EPA) que conocimos ayer, la tasa de paro al cerrar el ejercicio pasado se situaba en España en el 16,13%, dos puntos y medio más que en 2019, pero muy cerca de la previsión del propio Gobierno y muy alejada de la del Banco de España.


Pero en la práctica la tasa de paro en España es mucho mayor y se acerca más a las estimaciones de la entidad presidida por Pablo Hernández de Cos. Porque, según la propia EPA, al finalizar el año pasado había en España unas 900.000 personas en expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), que las estadísticas contemplan como ocupados aunque en realidad sean parados temporales: trabajadores que están en el desempleo por una temporada –cobrando del Sepe– hasta que se solucione la situación financiera y de negocio de sus empresas.

Si sumamos esos desempleados temporales que según las estadísticas están ocupados, a la cifra de parados, tenemos que ésta subiría hasta los 4,7 millones de personas y la tasa de paro se situaría en España en el 21%, mucho más cerca de las previsiones del Banco de España que las del Ejecutivo. La realidad del número de parados en España en estos momentos está entre los 3,7 millones de desempleados oficiales y los 4,7 millones de personas que, pudiendo trabajar, no lo hacen.

Tenemos, pues, un mercado laboral dopado por los ERTE, que, por cierto, no son una invención de Yolanda Díaz ni de Fátima Báñez, sino que están regulados desde 1995, cuando José Antonio Griñán era ministro de Trabajo. Nadie sabe cuántos de esos 900.000 trabajadores irán al paro en los próximos meses y cuántos volverán a la actividad, aunque a la vista de la coyuntura no se puede ser optimista, porque la inmensa mayoría de los ERTE se dan en el sector servicios y la evolución de la pandemia hace presagiar que este año no va a ser el de la recuperación de la hostelería y el turismo.

Por ejemplo, la EPA refleja una cierta recuperación del mercado de trabajo en el último trimestre de 2020 gracias al levantamiento de la movilidad antes de que llegara la tercera ola del Covid-19. Una situación que cambiará para mal en el inicio de 2021 con el empeoramiento de las perspectivas sanitarias y el aumento de las restricciones. En unos días veremos la evolución del empleo en enero… y de lo que nos espera al me nos hasta el verano.

Esa es la primera cuestión que hay que preguntarse a la hora de hacer previsiones sobre el comportamiento del mercado de trabajo en 2021: ¿cuántos de los trabajadores en ERTE, los 900.000 actuales y los que vendrán, van a volver a sus empresas? Porque, como su propio nombre indica, son una solución temporal que no se puede prolongar, aunque los ERTE sean necesarios en un primer momento como medida urgente de contención de los despidos. Llegará un momento en el que el empresario tendrá que decidir si rescinde definitivamente los contratos que ahora están en suspenso. Sólo queda que empecemos a notar cuanto antes el efecto de las vacunas.

(Publicado en El Mundo el 29 de enero de 2021)