La sociedad del Estado del bienestar se basa en la redistribución de la riqueza. Hoy nadie duda de que unos servicios básicos adecuados son imprescindibles para el desarrollo de la persona y esos servicios deben ser sufragados entre todos. Ni de que los que más tienen, más deben contribuir. Pero esa unanimidad se termina cuando se habla del dinero que cada ciudadano, en función de sus ingresos y de su riqueza, debe destinar a lo público... (Artículo completo en Aceprensa)
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