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Enemigos del libre mercado han visto en la necesidad de una “intervención extraordinaria” auspiciada por la Comisión en el mercado energético europeo un triunfo de la socialdemocracia frente a un liberalismo que deja la economía al albur de protagonistas privados –productores y consumidores de un bien– que se autorregulan de forma que ambos saquen un beneficio en las transacciones. Ambos se ponen de acuerdo en el precio de un bien o servicio, precio que es aceptado por el productor porque le deja un margen de beneficio, y por el consumidor porque ve adecuado ese pago por el bien que recibe... (artículo completo en Aceprensa)
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