jueves, 18 de junio de 2009

Las cajas empiezan a hacerse el haraquiri

Las cuotas participativas de las cajas de ahorros llevan reguladas desde los tiempos de Rodrigo Rato en el ministerio de Economía. Sólo una entidad, Caja de Ahorros del Mediterráneo, ha hecho uso de ellas y fue el año pasado. Ahora, el sector empieza a clamar por su implantación y de la forma más radical posible. ¿Alguien lo entiende?

Las cuotas, una especie de acciones que pueden emitir las cajas que permiten cobrar un rendimiento variable pero que no tienen derechos políticos, han sido denostadas por todo aquel que tiene algo que ver con las cajas de ahorros: desde sus dueños -diputaciones, comunidades autónomas, sindicatos...- hasta los principales ejecutivos del sector. Y el dato más contundente es que, repito, sólo una se ha decidido a lanzarlas.

Se ha dicho de todo sobre las cuotas: que si eran la antesala para la privatización del sector -las cajas no son públicas, por cierto-, que no servían para medir la gestión de la entidad, que asemejaban a las cajas a las sociedades anónimas cuando tienen otros fines...

De repente, las cuotas participativas se convierten en la panacea para salir de la crisis: es la única forma, dicen algunos de los dirigentes, de conseguir capital para apuntalar la solvencia. Y ¡no sólo eso! ¡quieren que tengan derechos de voto! como una forma de reducir el peso de las decisiones políticas en el desarrollo de las entidades. ¿Por qué ahora? Porque las cajas lo están pasando muy mal -ayer fue muy explícito Juan Ramón Quintás, presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros- y son capaces de lanzarse en manos incluso en manos de 'su peor enemigo' para salvarse de la quema. Es la sensación que produce.

Este giro copernicano me lleva a reafirmarme más en la necesidad de refundar las cajas de ahorros y que de esta crisis emane una nueva regulación del sector que sirva para siempre. Y si tienen que desaparecer como tales y convertirse en sociedades anónimas, hágase. Siempre es duro generalizar y hay algún caso que se salva, pero esta recesión está demostrando lo difícil que es el acomodo en la economía moderna del actual modelo de las cajas de ahorros.

Y un signo fundamental de que esto se quiere resolver es que los políticos que controlan las cajas de ahorros decidan hacerse el haraquiri e inicen el proceso. Los ejecutivos y gestores parece que ya se han puesto a ello.

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