jueves, 30 de enero de 2020

Principios

Una de las cosas enternecedoras de este nuevo Gobierno de coalición es ver cómo desde Podemos se intentan justificar comportamientos de ministros que en circunstancias anteriores supondrían una crítica feroz. Esto decía Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, echando barro a diestra y siniestra, ante la todavía inexplicada visita del ministro de Transportes, José Luis Ábalos, a la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez: «Lo más brutal de la máquina del fango hoy disparando todo el día contra Ábalos desde teles, radios y digitales no es ya el olor a fosa séptica y el 'modus operandi' protogolpista. Lo más brutal es el mensaje implícito ultra-autoritario: Hablar es un crimen. Está prohibido hablar». En su defensa del ministro, Echenique acusaba de «protogolpistas» y «ultra-totalitarios» a las «teles, radios y digitales». Es decir, a todos los medios.

Con razón Echenique ha tenido que borrar todos sus tuits escritos antes del 10 de noviembre. Porque no soportarían la más mínima comparación con los posteriores. Echenique no es más que un ejemplo de cómo una determinada coyuntura política -un Gobierno de coalición- puede hacer variar 180 grados la valoración de una actuación como mínimo controvertida sobre la que un ministro cuatro versiones distintas en 24 horas sólo porque el que miente ahora es de los tuyos.

No es una cuestión anecdótica que un político, cualquier político, no pueda aguantar su discurso de siempre porque las circunstancias han cambiado. Y, aunque desafortunadamente nos estemos acostumbrando, estos vaivenes hacen mucho mal a la política porque lo que ven los ciudadanos es que los principios, los valores de cada uno, no existen.

Una cosa es ceder en una negociación para llegar a un acuerdo -la reciente subida del salario mínimo a 950 euros mensuales en vez de los 1.000 prometidos es un ejemplo- y otra abdicar de tus propios principios por mantener el poder cuando lo has alcanzado con postulados totalmente contrarios: la intención de reformar el Código Penal defendida por el presidente del Gobierno para rebajar las penas a los condenados por el 'procés', cuando hace dos meses el propio Sánchez defendía lo contrario. La política no es borrar tuits que ya no valen, porque llegarán nuevas elecciones en las que el ciudadano no sabrá a qué atenerse. O sí. Puede buscar opciones que le ofrezcan claridad en las propuestas y firmeza en los planteamientos, aunque estén equivocados. Y así se van nutriendo de votos los partidos radicales.

(Publicado en El Mundo el 28 de enero de 2020)

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