martes, 15 de mayo de 2012

Banca y poder, amistades peligrosas

En Too big to fail -posiblemente la mejor crónica que se ha escrito sobre la crisis bancaria en EEUU tras la quiebra de Lehman-, el periodista de The New York Times Andrew R. Sorkin narra el momento clave que, sin duda, salvó al mundo del colapso financiero. Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, y Henry Paulson, secretario del Tesoro, habían aceptado lo que sólo unos días antes consideraban una propuesta indecente de un asesor de ese departamento: la nacionalización de la banca norteamericana.

Así, convocan a Jamie Dimon, presidente de JP Morgan; Lloyd Blankfein, de Goldman; John Mack, de Morgan Stanley; John Thain, de Merrill y Vikram Pandit, de Citi. Cuando están sentados en la mesa y los tienen enfrente, les distribuyen un folio y les dicen que escriban qué cantidad de dinero necesitan recibir del Estado para sanear sus balances.

El estupor entre los banqueros es mayúsculo y las reticencias iniciales, brutales. Pero cuando firmó el primero, todos acabaron aceptando la propuesta, con sus consecuencias: el Estado entraría en el consejo y los convocados perderían el control de sus bancos mientras no devolvieran lo solicitado. Los EEUU del neocon Bush acababan de nacionalizar su sistema financiero.

En España, Elena Salgado, ministra de Economía, y Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, en ningún momento llamaron a Emilio Botín, Francisco González, Isidro Fainé, Miguel Blesa, Ángel Ron, Narcís Serra, José Luis Olivas para plantearles algo similar. Pero si se hubiera celebrado esa reunión -como si ahora la convocara Luis de Guindos- ¿creen que los banqueros españoles aceptarían el ultimátum del Gobierno y del Banco de España?

Lo he hablado con analistas y todos me han dicho que no. Porque ni Salgado, ni Ordóñez ni Guindos tendrán nunca la ascendencia de Paulson y Bernanke. Porque banca y poderes públicos tienen en España unas relaciones demasiado intrincadas. Y porque, como escribía Simon Nixon en The Wall Street Journal al analizar la última reforma, el Gobierno se ha visto influido por la presión ejercida por los grandes bancos, para los cuales «cualquier recapitalización con dinero público podría provocar el fin de sus imperios». Quizá el problema actual de la banca española no sea sólo culpa de los políticos. Y Rato y otros nacionalizados no eran banqueros.

@vicentelozano

1 comentario:

  1. Ya no me sorprende nada ni me descoloca viniendo de la banca con su poder financiero.

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