viernes, 11 de marzo de 2022

Un sangriento impuesto al crecimiento mundial


La analogía es de Loomis Sayles, gestora del grupo Natixis, y expresa muy bien lo que significa la invasión de Ucrania por Rusia para la economía mundial. Sayles dice que "añadirá presión al entorno inflacionario y supondrá un impuesto al crecimiento mundial". Un sangriento impuesto, porque parece obsceno hablar de las consecuencias económicas de una guerra cuando mueren decenas de hombres y mujeres cada día. Pero no cabe duda de que Vladimir Putin ha cambiado radicalmente el panorama. "El ataque de Putin a Ucrania nos encamina de nuevo hacia la economía de los años 70 y el estancamiento. Y lo hace, además, justo cuando el mundo todavía intenta recuperarse del enorme choque que ha supuesto la pandemia", ha escrito Luis Garicano, europarlamentario de Ciudadanos, en el diario El Mundo.

"Es probable que la gran mayoría de los países de todo el mundo experimenten una cierta caída de la demanda y un aumento de los costes de producción", afirma Mohamed El-Erian, economista jefe de la aseguradora Allianz y uno de los analistas financieros más reputados del mundo. Menos demanda y más costes tanto en la macroeconomía como en la vida empresarial supone, como mínimo un frenazo en el crecimiento.

Si el principal temor económico para el mundo pospandémico era el resurgir de la inflación, la guerra desatada por Rusia lo acrecienta. Los bancos centrales estaban todavía diseñando sus estrategias para lograr que el incremento de precios afectara no menos posible al crecimiento y los planes ya no sirven. Los mercados de productos energéticos se han disparado porque Europa depende de Rusia para el suministro de gas. El mundo agrícola también vive desasosegado porque Ucrania es el segundo exportador de cereales y su producción se puede congelar, lo que hace que también suban los precios de estos productos y arrastre a los de las demás materias primas agrícolas.

El riesgo ahora está en la estanflación: "La invasión de Ucrania por parte de Rusia, que está teniendo consecuencias humanas devastadoras, ha aumentado el riesgo de un escenario de estanflación, es decir, de desaceleración del crecimiento económico y de alta inflación", afirma Sara Markowicz, responsable de Estrategia y Análisis de Schroders.

El Banco Central Europeo estaba delimitando su estrategia para controlar la inflación, con la retirada de estímulos en primer lugar y el comienzo de la subida de tipos en un segundo plano, se encuentra ahora con un panorama totalmente distinto porque la componente 'crecimiento' de la ecuación se ha convertido en una X. Por eso el viernes pasado, tras el comienzo de la invasión, salió al paso de la nueva situación con una especie de "whatever it takes" con el que Draghi salvó a Europa de las turbulencias financieras en el euro en julio de 2012. "El BCE está dispuesto a tomar todas las acciones que sean necesarias para cumplir con sus responsabilidades de garantizar la estabilidad de precios y la estabilidad financiera en la zona del euro", afirmó Christine Lagarde en un comunicado el pasado viernes. Y añadió que este mes de marzo "cuando examinemos las proyecciones económicas tendremos en cuenta los acontecimientos geopolíticos".

A este cambio de escenario hay que añadir el impacto que las sanciones impuestas a Rusia y las decisiones empresariales de cortar lazos con ese país va a tener en los mercados -lo estamos viendo ya en las materias primas- y en las bolsas -que no consiguen recuperarse de las caídas-

En este sentido, Stéphane Déo, responsable de estrategia de mercados de Ostrum Asset Management, afirmaba esta semana que la "comunidad internacional está empujando a Rusia hacia una crisis económica sin precedentes, asumiendo el riesgo en el que incurre para el resto de economías".

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