Entre las respuestas había quien machacaba la economía digital, que provoca que una madre tenga que llevar a su hijo en un trabajo tan peligroso. Otros atacaban a Macri o criticaban a la propia madre por exponer de esa forma al bebé. También hubo quien la alababa por su coraje.
Al llegarle los ecos del revuelo, la mujer fotografiada explicó en un vídeo la versión correcta. Se llama Nayruvi de León. Es ingeniera de Sistemas por la Universidad Santiago Mariño de Venezuela y huyó a Buenos Aires hace poco más de un año. En Argentina se gana la vida como repartidora de la empresa Pedidosya y cuando le hicieron la foto iba –con el uniforme– a dejar al bebé a la guardería antes de empezar a trabajar. Nayruvi comenta que el fotógrafo le pidió que se subiera con el bebé a la bicicleta, a lo que ella se negó. Y afirma rotundamente que nunca se le ocurriría llevar a su hijo mientras hace los repartos.
De aquella ficción –el perverso sistema capitalista que fuerza a la precarización laboral– tenemos una realidad: una ingeniera que tiene que emigrar de Venezuela –por el régimen chavista de Maduro– y ganarse la vida en Argentina para, entre otras cosas, pagar la guardería en la que tiene a su bebé. Nada que ver con lo que se transmitió en aquel tuit. Como tergiversar la cena de un ministro que sale de su despacho a las 11 de la noche después de un día de trabajo, o malinterpretar maliciosamente la portada de un diario. Dice el profesor del MIT David Rand que la primera causa de la difusión de fake news es la pereza –¿para qué comprobar lo que me llega?–. Pero ese pecado capital habría que añadirle la vanidad –lo difundo para demostrar que estoy bien informado– y la ira –sé que no es verdadero, pero hago daño al enemigo–. ¡Ah!, y la avaricia, si lo que se pretende es ganar dinero. Es la naturaleza humana. La de siempre. Sólo que ahora viaja a la velocidad de internet. Por eso es más peligroso.
(Publicado en El Mundo el 22 de octubre de 2019)
No hay comentarios:
Publicar un comentario